La reseñista gruñona... ¡No soy la Reina de Corazones, enserio! :)
Una sincera disculpa a mis lectores....
Decidí escribir éste texto porque la semana pasada, hice una pequeña broma en un artículo, el de mi graduación, que tal vez, pudo no caerle en gracia a algunos de mis lectores. Y como no soy la Reina de Corazones de Alicia en el País de las Maravillas y de verdad, no le ando cortando la cabeza a la gente que no piensa como yo, quería decir algunas cosas al respecto.
Debo reconocer que a veces se me va la mano con el teclado y no me doy cuenta, de que puedo ser cruel e hiriente con algunas de las frases que escribo en éste blog. Cómo me dijo mi hermana -que es la persona que más me conoce-: "No es lo que decís, sino cómo lo decís" . Tiene razón. Por ese motivo, quiero pedir disculpas a mis lectores, si herí la susceptibilidad o los sentimientos de algunos de ellos con mi falta de sutileza y delicadeza, con lo que escribí a lo largo de todo aquel artículo.
Lo que me sucede, es que, al abordar algunos temas, me apasiono demasiado y no me mido como debería. La suavidad, la persuasión, la diplomacia, el aplomo, no son cualidades de una persona del signo Aries, como yo. Los arianos vamos al choque, a la batalla, somos directos, impulsivos, frontales, crueles - signo regido por Ares, ejem, el dios griego de la guerra-, hirientes, sin percibir, que con nuestra belicosidad, podemos lastimar a aquellos que nos quieren bien y que nosotros, a la vez, queremos, amamos, de verdad, con todo nuestro corazón.
La cuestión es que el otro día, escribí, cuando hablaba de mi vestido y calzado de mi graduación, que: "iba a cortarle la cabeza a quien me imaginara usando stilettos". Espero que nadie se lo haya tomado enserio, porque era una broma. Tal vez una broma de mal gusto, pero era un chiste. Yo no soy la Reina de Corazones de Alicia, que se la pasa diciendo a todo el mundo, la siguiente frase:
Puedo asegurarles, que en fondo, soy inofensiva, que nunca le causé daño físico a nadie, solamente era una metáfora, no una amenaza de verdad 😇. Jamás le cortaría la cabeza a nadie por una nimiedad cómo esa. Lo que quería decir con ése artículo, es que no me siento cómoda con cierto tipo de calzado y que no me gustaría que los demás me vieran como a una femme fatale de los años '30 o '40, como las películas antiguas del cine noir. Me agrada que los demás me vean como lo que soy: una mujer sencilla que prefiere la comodidad antes que la seducción.
Me genera una incomodidad muy grande imaginarme vestida y calzada, como una mujer distinta, diferente a la que de verdad soy. O que los demás, lo hagan. Tal vez -seguramente- no lo expresé de la mejor manera. Pero no quise hacerle daño a nadie con mis palabras, enserio. Lamento mucho si con mis palabras, ofendí o lastimé a alguien, por no ser demasiado sutil con mis opiniones.
Reconozco que, mis maneras, de vez en cuando, no son las más adecuadas. Puedo pecar de ser un poquito arrogante e impertinente, pero también, deben comprender, que en éste blog, Cassandra, es un personaje. La persona que está detrás del teclado no se la pasa enfurecida por la vida lanzando maldiciones ni mostrándose iracunda con la gente porque no vean ni perciban el mundo como yo.
De verdad, comprendo -porque a veces me pasa con mi madre, que tiene 35 años más que yo- que mis pensamientos, reflexiones y argumentos, pueden ser chocantes para lectores de otras generaciones, mayores que la mía. Me pasaba cuando reseñaba en la otra web. Más de una vez me las tuve que ver con metaleros veteranos que me detestaban porque reseñaba "bandas de chicas", no me callaba lo que pensaba o molestaba o sino, expresaba si alguna actitud suya me parecía machista o desubicada. No eran todos, tenía dos o tres lectores veteranos con los que congeniaba muy bien, pero llevó su tiempo.
Puede que alguno de mis lectores piense que hago demasiado espamento (o que exagero) por un par de zapatos, que no era para tanto. Pero para mí, sí lo es, porque es un símbolo del tipo de mujer que soy y de la que no quiero ser. Y eso es muy personal. Y aclaro, que no volveré a escribir sobre este tema de aquí en adelante, porque no quiero "malos rollos" con nadie, como decía mi colega español, Alfonso.
Puedo entender, que si un hombre, ya sea un amigo, un compañero de trabajo, imagina a la mujer que le gusta o le resulta atractiva, vestida y calzada como a él más le "entusiasma", no es ningún crimen y no es algo grave. No se pone a nadie en la hoguera por eso.
Me sucedió, una vez, hace unos años. Un hombre que coqueteaba conmigo, me dijo, una vez: "Te he imaginado desnuda sólo con un par de tacones puestos" y yo pensaba, con mucha gracia: "Si supieras, querido, que sólo los uso en fotografías, porque en la vida real, no los calzo, no los aguanto". Es un fetichismo. Pero bueno, comprendo que a algunos les irrite, incomode que yo cuestione esto. Pero es mi blog y resulta que tengo todo el derecho del mundo a hacerlo -sí, sigo siendo un poquito impertinente, a mucha honra 😎-.No sería yo misma si no refunfuñara sobre lo que no me gusta o quiero debatir, pero de aquí en adelante, trataré de medirme en mis formas y de tener los oídos bien atentos ante las opiniones y argumentos ajenos.
Finalmente, reitero mis disculpas si herí la susceptibilidad de algunos de mis lectores, si mi ironía y mis bromas ofendieron a alguien. No era la intención, de verdad, yo no ando decapitando a nadie, no soy el personaje de Alicia en el País de las Maravillas, cuando alguien hace o dice algo que no me gusta.
Procuraré, no dejarme llevar por mi parte colérica y furiosa - a lo Aquiles en Troya- y ser más amable, más dulce, más medida, con mis declaraciones. Pero no puedo evitar, que determinados temas, me hagan hervir la sangre en las venas y enfurecerme, a veces, con quien no debo. En persona, no soy tan aguerrida y belicosa, soy más amable, agradable; sé escuchar y comprender a los demás, inclusive, cuando no piensan como yo y sus argumentos, son distintos de los míos. Mis amigos pueden dar fe de eso.
Por último, para conciliar, les mando un abrazo de oso a mis lectores, como el de Sakura y Shaoran:
Los saluda, desde el fin del mundo,
Cassandra, la reseñista gruñona.
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