Todos los perros a los que amé

Cuando era niña, tenía la costumbre de escribir en un diario íntimo , -de ésos que te regalaban para los cumpleaños- costumbre que mantuve desde los 6 hasta los 15 años. Siempre me resultó más fácil expresarme por escrito que de manera oral. Todavía están guardados por allí, en un estante del placard. Uno de mis recuerdos infantiles (que le sigue causando mucha gracia a mi madre) es la parte en la que escribí que no soportaba a nadie de mi familia -entre hermanos, primo que vino a estudiar a Buenos Aires, tía, abuela, etc, éramos nueve personas en casa, lo que implicaba mucha gente, ruido y poco espacio- excepto a mi perra, Luana. Tampoco aguantaba a mi hermana menor, que era una caprichosa y una consentida (porque era la más pequeña) -amo a mi hermana, no me malinterpreten, pero no era fácil vivir bajo su sombra-. No es que no los quería, por supuesto, pero necesitaba un espacio propio que no tenía. Luana era una perra caniche mestiza, que nos habían re...