Mis autores y libros clásicos preferidos del siglo XX

 



Hoy voy a compartir a los que son mis escritores preferidos del siglo XX, enfocándome en la primera mitad del siglo, o en todo caso, hasta los años '70. Lo que más van a notar es que hay menos clásicos y empiezan a aparecer más autores bestsellers. Omití algún que otro libro que me gusta mucho, como El guardián entre el centeno de Salinger o 1984 de Orwell, pero en general, los siguientes escritores son mis favoritos del siglo XX. 

Por supuesto que hay nombres importantes (clásicos) que no están, es porque todavía no los leí, o porque no me interesa su obra -o no me gusta- directamente. Pero es más probable la primera opción que la segunda, por falta de tiempo. Necesitaría muchos años más de los que tengo para conocer todo lo importante que se escribió en el siglo XX, pero bueno...

Por lo tanto, de lo que he leído, traigo a los autores y sus obras principales que para mí, son indispensables en mi biblioteca personal en construcción. Puede que a algunos no les simpaticen mucho los siguientes escritores, en todo caso, no son recomendaciones ni nada por el estilo, sino, mis preferidos. Cada cual, tiene los suyos y es más que respetable. 




Pocas veces me sentí tan impactada como cuando leí a Franz Kafka por primera vez. La metamorfosis, la historia de un hombre rechazado por su familia al convertirse en un escarabajo, me pareció extraña, perturbadora, pero dueña de una fuerza literaria enorme. Después vinieron los cuentos, mi preferido suyo es el sangriento y aterrador "En la colonia penitenciaria" y dos de sus novelas, El proceso y El castillo.

Revisando mis apuntes de cuando lo estudié en la facultad, encontré algunas ideas interesantes al respecto, como ésta: los personajes de Kafka no son heroicos, son hombres mediocres, no existe el heroísmo del siglo XIX, no salen de su creencia en las instituciones. 

En la novela del autor checo que más me gusta, El Proceso, Josef K, un personaje alienado por el incipiente capitalismo, a pesar de que de a poco va perdiendo su empleo en el banco donde trabaja, no sale de su creencia en las instituciones, demuestra una inconsciencia de lo que sucede y una falta de interés alarmante. Busca un abogado que lo defienda, busca otro, pero ninguno lo ayuda a terminar con el proceso, es más, su juicio no se lleva a cabo nunca en la novela. 

Josef K sabe que lo están procesando por algo -aunque nunca le dicen porqué- que un juzgado lo debe absolver o condenar, pero recién cuando le impiden ingresar al banco y hacer su trabajo es consciente de que lo ha perdido todo en la vida. Según Miguel Vedda, titular de la cátedra de Literatura Alemana de la UBA y traductor de la edición de Colihue que tengo yo, Josef K tiene una existencia como fachada, detrás de la fortuna económica y el prestigio, esconde que es un outsider. Está preocupado por su imagen pública, su posición en el banco y es un fiel devoto del ascendente social. Intenta ocultar su origen socioeconómico siendo autoritario y distante con otros personajes inferiores. Pero cuando comienza el proceso, se quiebra la existencia inauténtica y volcada hacia el exterior. Entonces, aparece un violento retorno de lo reprimido, en el que Josef K , el burócrata por excelencia, es asediado por sus subordinados.

Kafka, según los críticos literarios, expone en su obra que el miedo y la esperanza son los peores vicios de la humanidad, ambos son elementos paralizantes. Otro aspecto que a mí me cautivó muchísimo de éste escritor, es la sencillez de su prosa, nada que ver a Proust y a Joyce, los otros grandes autores canónicos del siglo XX. El profesor Vedda explica que la alienación es el tema principal de la literatura de Kafka, porque su autor, sufrió aislamiento y extrañamiento debido a que no encajaba con el judaísmo, era un judío germanoparlante burgués, su lengua, el alemán de Praga, era una lengua menor, excéntrica en la ciudad en la que vivía y para colmo, no pertenecía a ningún lado. 

Citando de manera indirecta a Vedda, el estilo kafkiano (el expresionismo) se caracteriza por un extremado purismo, la aversión a la ampulosidad retórica (típico de Marcel Proust, por ejemplo) , el vocabulario reducido y una sintaxis clásica. Además, hay un tema recurrente que abunda en su bibliografía, que es la presencia de un padre acusador (La metamorfosis, La condena), como el que el propio Kafka tuvo. 

En El Proceso, la presencia efectiva y central del padre es sustituida por instituciones, como el Alto Tribunal y el Juez supremo. Por lo tanto, se produce un modelo de lucha entre dos tipos humanos antagónicos: el "yo" como fachada (la existencia de éxito económico/social, la confianza en las propias capacidades y la relación positiva con las mujeres) y el "yo puro" (un modo de vida antigregario, ascético, la falta de fe en las propias condiciones, la soltería y  la carencia de reconocimiento social). Los resultados de la educación paterna en Kafka, la debilidad, la falta de confianza en sí mismo y el sentimiento de culpa toman las características del "yo puro". (Vedda, Colihue, 2005) 

Según un crítico literario portugués, el autor checo, quien vivió la década de 1920, cuando el Imperio Austrohúngaro donde residía (Praga, República Checa) se modernizaba, aborda en su literatura la forma organizativa violenta, el contenido desorganizado y el control de la vida de la forma del capitalismo monopólico. Más allá de lo que piensen éstos señores, de la teoría y el análisis formalista, hubo algo que en la obra de éste escritor me llamó la atención, me gustó, me apasionó. Algo que es difícil de explicar con palabras, por eso recurrí a los textos que me ayudaron a estudiarlo en su momento. 



"Borges consideró que la ficción de la trama es la ley de la ficción. En Kafka encontró un ejemplo de esa perfección, en la simplicidad y en la serie obstinada de variaciones y repeticiones."


Borges, un escritor en las orillas. Beatriz Sarlo (1995) 



Es curioso que Borges, un autor que fue muy influenciado por Franz Kafka, sea mi escritor favorito argentino. Porque la primera vez que lo leí, no me encontré solamente con gauchos, indígenas, caballos y caudillos, es decir, con lo que él llamaba "color local argentino". Me encontré con cuentos rarísimos, en los que aparecían magos que soñaban a otros hombres, dobles, detectives que eran atrapados y asesinados por el criminal, el paraíso del mundo como biblioteca, hombres con una memoria infinita, reescrituras del Martín Fierro, de los mitos griegos, mundos fantásticos y alternativos, nietos de inmigrantes europeos que decidían morir en un duelo a cuchillo en el Sur de la ciudad de Buenos Aires... Aparecían cuchilleros, orilleros, malevos... pero también relatos ambientados en otros países, en otras ciudades o temporalidades históricas.

Borges, bilingüe desde niño, creció en una casa con una enorme biblioteca repleta de libros en inglés (una de sus abuelas era inglesa), lo cual dejaría una huella enorme en su literatura. No le gustaba la literatura española, excepto Cervantes y Quevedo. 

Como diría la ensayista y crítica literaria Beatriz Sarlo, es un escritor profundamente argentino pero también, universal, porque su manera de leer a los clásicos se tuvo en cuenta en el extranjero. A veces me parece que por cuestiones políticas, es más valorado afuera que en el país en el que nació, por algo decidió morir en Ginebra, Suiza, un país al que amaba, porque no era nacionalista. Es que Borges era un autor antiperonista y por ese motivo, rechazado por algunos  de mis docentes y compañeros de estudios, quienes lo llamaron: viejo facho, gorila

Una de las pocas que lo sabía valorar fue María, mi docente de Española, quien afirmó que era "un genio". Y cuando le pregunté, porqué me costaban tanto algunos cuentos de Ficciones, me contestó: para entenderlo a Borges, hay que tener una enciclopedia y un profesor al lado. 

¿Porqué me gusta tanto su literatura y no la de otros autores argentinos? Porque él me hace viajar lejos de la tierra en la que nací. Por su habilidad y talento extraordinario para la escritura, la originalidad de los adjetivos que usaba, la perfección estética de sus cuentos. Y sobre todo, porque cuenta historias interesantes, apasionantes. Esto no significa que adore todos sus cuentos -tiene alguno que no me engancha, pero son pocos- pero de todos los autores canónicos que leí, Borges es de mis preferidos. 


"Las ficciones fantásticas de Borges presentan ciertos temas recurrentes: los laberintos, el infinito, el tiempo, la memoria, los sueños o el destino de un hombre condensado en un solo momento de su vida. En varios relatos el universo es el resultado del sueño de un dios o es parte de un libro divino. El tema del laberinto es el más significativo de su obra, representa un símbolo de su cosmovisión. Si en las ficciones borgeanas el mundo es un caos, dentro de ese caos, el hombre está perdido como en un laberinto." 

(...) Después de los cuentos de "Historia universal de la infamia", Borges es Borges. Allí, en estas historias de ajena invención, está su originalidad (...) Llega a esto recorriendo un camino paradójico: el de la cita, la versión, la repetición con variaciones de historias que no le pertenecen... 

La estética de la teoría borgeana es la de la escritura como escritura de lecturas y no como escritura de invenciones."


"Borges, un escritor en las orillas" (1995)

Beatriz Sarlo 



Silvina Ocampo y Bioy fueron un matrimonio de escritores. En vida, Bioy era más famoso que ella, hasta que a principios de los 2000. la obra literaria de Silvina fue revalorizada por la crítica literaria argentina. Lo cierto es que la leí más a ella que a él (porque a mi profesor de literatura argentina le encantaba Ocampo). Sus cuentos fantásticos, perturbadores, turbios, siniestros, en ambientes asfixiantes, como pueden ser las casas antiguas, las estancias, repletos de niños crueles y mujeres extrañas, son de lo más original, rupturista y vanguardista que podemos encontrar en la literatura argentina del siglo XX. 

Sus historias, a veces son incómodas, raras, pero impactantes. Transformaciones, casas encantadas, niños crueles y sádicos, vestidos que matan al que los usa, mujeres que se obsesionan con espejos... Ya como poeta, Ocampo era más clásica, menos vanguardista. En cuanto a su marido, el apuesto dandy Adolfo Bioy Casares (más conocido en el mundo por ser uno de los mejores amigos de Borges), también era un buen escritor, de él me gusta su novela de ciencia ficción La invención de Morel, pero me cautiva mucho más la literatura de la que fue su esposa legítima, Silvina. Porque ella, era más atrevida, más moderna, menos convencional. Y es curioso, que en las facultades de Letras, se le de más importancia a su obra que a la de Bioy (quien tuvo más éxito y reconocimiento que ella, en vida) . Y es que los profesores universitarios de literatura argentina, le dan más importancia a su amigo, Jorge Luis Borges. 





Fue gracias a una colega, una compañera de la facultad, que comencé a leer a Virginia Woolf. Cuando leí La señora Dalloway me encontré con técnicas narrativas muy diferentes a las del siglo anterior: cambios en la focalización de los narradores, el uso del monólogo interior -como Joyce-, personajes perturbados, extraños, contradictorios.  También leí la magnífica Orlando, más apasionante y entretenida que la anterior, Al Faro , una obra más compleja, distinta y por último, el famoso ensayo Un cuarto propio, que está muy de moda en la actualidad, en la que la autora reflexiona sobre la vocación literaria de las mujeres. 

Woolf es una autora que me gusta muchísimo, pero prefiero leerla en vacaciones, cuando tengo más tiempo libre y no estoy repleta de obligaciones, por la complejidad de su estilo. Todavía me quedan pendientes un par de títulos de su bibliografía, que en cuanto pueda leeré. 



El poeta y dramaturgo español Federico García Lorca es uno de mis autores preferidos. Me encantan sus obras de teatro, en los que reflejaba como nadie la vida de las mujeres españolas de su época, pero también de los gitanos en su célebre Romancero y de los afroamericanos en Poeta en Nueva York

La maternidad (Yerma), la opresión del matrimonio (La casa de Bernarda Alba), la soltería (Doña Rosita, la soltera), las pasiones prohibidas que terminan en tragedia (Bodas de Sangre) eran algunos de los temas que Lorca abordaba. Pero más allá de eso, pienso que sus poemas, son hermosos, todo ese "vanguardismo surrealista" (como diría mi profe de Española) me resulta muy atractivo. También, la simbología en su obra, su sensibilidad para abordar cuestiones más terrenales, respecto a los sentimientos humanos, al amor, la traición, la pasión, la ruptura con las convenciones sociales... me interpelaron en su momento y por eso se convirtió en uno de mis escritores preferidos. Con Federico fue amor a la primera lectura y es que, en Argentina, es un escritor muy querido, al menos para los estudiantes de Literatura. 




Si hay una autora que he leído muchísimo (más de veinte títulos), es la británica Agatha Christie, la "reina del crimen". Desde pequeña, me encantan las historias de detectives y cuando era jovencita (13 o 14 años) me encontré con uno que se convirtió en mi favorito para el resto de mi vida: Hércules Poirot, un ex policía belga, bajito, con cabeza en forma de huevo, bigote súper cuidado, pulcro, minucioso, excéntrico, quisquilloso, pero brillante, que siempre descubría al culpable de los robos y asesinatos de sus casos y además, contaba con una capacidad de análisis extraordinaria sobre las motivaciones de los seres humanos, su método de investigación era muy distinto al de Sherlock Holmes, al que Christie parodia inclusive en "Asesinato en el campo de golf". A Poirot no le interesaba observar colillas de cigarrillo en ceniceros ni marcas en las paredes, sino que mediante el estudio de la psicología de los sospechosos, solía adivinar quién es el culpable.

De todas las novelas de Agatha que leí, creo que una sola vez pude adivinar quién era el asesino, lo cual, habla de su nivel altísimo como escritora de novela policial. Todavía me acuerdo de la primera vez que la leí, en unas ediciones viejísimas casi sin interlineado de la Editorial El Molino. Devolvía un ejemplar a la biblioteca y enseguida me llevaba otro, enamorada de la inteligencia de aquel pequeño detective belga. 

Si bien también leí los casos de Miss Marple, Poirot fue el que conquistó mi corazón de lectora del policial clásico, debido a su acertado uso de sus "pequeñas células grises". Y es que la inteligencia, es una de las cualidades que yo más valoro (y admiro) en los hombres, aunque sean criaturas de ficción. Ah, otra cosa que debo mencionar, es que el verdadero Poirot (el más perfecto y cercano al de los libros) es el interpretado por el actor David Suchet, los demás, jamás van a convencerme, a pesar de que he visto las películas con Peter Ustinov y Kenneth Branagh. 



A Harold Bloom -si viviera- le daría un infarto si viera que Stephen King está en ésta lista, ya que lo odiaba, porque el oriundo de Maine es un bestseller. Cuando empezaba la veintena, éste autor estadounidense era de los que más leía, porque me deslumbraba con sus historias de terror contemporáneo, que podían ubicarse en lugares modernos y cercanos, como una escuela, un hotel cinco estrellas, una casa junto a la ruta, un supermercado, un pequeño pueblito de Maine.... 

Hay lectores que aseguran que la crítica literaria no le perdona a King ser un bestseller, que se volviera multimillonario con las ventas de sus libros y que le hayan adaptado casi toda su obra al cine o a la televisión. Y es que como todo autor prolífico, el "rey del terror" tiene novelas excelentes, brillantes, otras que son relativamente buenas y otras, que son malas (Cell, por ejemplo); hasta él mismo lo dice en su autobiografía Mientras escribo, donde reniega de títulos como los Tommyknockers o Cujo. De éstas dos, King admite que estaba "pasado de sustancias ilegales" cuando las escribió, pero también asegura que no quedó conforme con el final de "El Retrato de Rose Madder", que lo escribió a las apuradas, porque la editorial lo presionaba para que entregara rápido el manuscrito. 

Éste escritor, cuando le preguntan por su aporte a la literatura estadounidense, opina que él es como "el Big Mac" (la hamburguesa más barata y popular que vende McDonald's) , pero yo pienso, que sí, es un superventas, tiene mucho éxito y su estilo literario es accesible, pero eso no quita que en lo suyo, sea un escritor magnífico. Pocas veces he pasado tanto miedo leyendo las escenas más escabrosas de It, el payaso asesino, o El misterio de Salem's Lot, que, junto a Drácula, es la mejor novela de vampiros que haya leído en mi vida. 

Pero más allá de eso, King también se animó a escribir realismo, como su novela Dolores Claiborne (en el que una mujer mata al marido, borracho y abusador, para evitar que viole a la hija de ambos) , La Milla Verde (en la que critica la pena de muerte en su país), Corazones en Atlántida (en la cual aborda la guerra de Vietnam), El cuerpo (autobiográfica, hay una película con River Phoenix basada en éste relato) y la novela "Rita Hayworth y la redención de Shawshank" (llevada al cine con el nombre "Sueños de libertad", protagonizada por Morgan Freeman y Tim Robbins").


Yo soy del tipo de lectora que no tiene prejuicios con los autores más populares y exitosos, al contrario, desde adolescente siempre he alternado entre lecturas clásicas y bestsellers, creo que muchas veces la crítica literaria peca de ser esnob, elitista y hasta envidiosa del éxito masivo de autores como Stephen King. Es que para la Academia (o las carreras de Letras, Literatura o Filología), lo que vale, son los clásicos, lo antiguo, el canon y lo demás, es un producto comercial hecho para vender, no es considerado literatura,  para ellos, los bestsellers no tienen calidad ni son dignos de ser estudiados. De ahí la rabia y el enojo de Harold Bloom con King y J.K.Rowling, por ejemplo. 

Pero el caso del profesor Bloom no es aislado, la mayoría de los docentes que tuve en la universidad pensaban lo mismo. Entonces, a mí me costó mucho adaptarme a ése ambiente, porque yo, me formé como lectora en una biblioteca, en la que tuvo tanta importancia Shakespeare como Agatha Christie. Y creo que la apertura de mente, la falta de prejuicios -aun sabiendo que bajo la etiqueta bestseller, vamos a encontrar de todo, libros buenos y otros mediocres (Cincuenta sombras de Grey, la saga Crepúsculo de Stephenie Meyer o Lesath de Tiffany Calligaris, etc)- enriquecen más a un lector.

Porque quedarse solamente con los clásicos, a mediados del siglo XX y XXI, es estar aislado del mundo exterior. Y un autor, si es bueno y su obra posee calidad,  tiene todo el derecho del mundo a ganar dinero con sus libros y a poder vivir de la literatura, porque escribir novelas, es un trabajo, que lleva horas y horas de dedicación. Y como todo empleo, por más fines artísticos que tenga, debe ser remunerado. Inclusive aunque se produzcan altibajos en la calidad de su obra, (todos somos humanos, y no hay escritor o músico que alguna vez, no metiera la pata o errara)  como le pasó a King, por presiones de su editorial; algo que también denuncia, con mucho humor, el escritor suizo Joel Dicker en su novela "La verdad sobre el caso de Harry Quebert" y la italiana Elena Ferrante en su saga "Dos amigas". 


Éste Nobel yugoslavo es un autor que en su momento, me alegra de haberme animado a leerlo, porque era un gran escritor de novelas históricas. Yo quería entender más sobre las causas históricas de las Guerras de los Balcanes en los noventa y por eso me acerqué a su literatura. Complejo, difícil de leer -por algo le dieron el Nobel ¿no?- pero tan talentoso que te llevaba directo a aquella Bosnia antigua, ya sea de las épocas napoleónicas o del medioevo en el que se construyó el célebre puente sobre el río Drina. 

Lamentablemente, los libros de éste escritor están descatalogados en Argentina y la editorial española Acantilado no los importa (me imagino, que porque es muy caro traerlos aquí). Así que no pude seguir leyendo el resto de su obra, que está siendo traducida y publicada en España. Por suerte, pude comprar ediciones usadas y de segunda mano de las dos novelas que agregué al collage, pero el resto, imposible conseguirlas. Ni siquiera, en formato eBook.

A veces les dije a mis amigos españoles: no tienen idea de lo afortunados que son en vivir en el país donde se pueden conseguir casi todas las traducciones al español, hasta de las editoriales más independientes. Porque en Argentina, eso no sucede y por ese motivo nos perdemos de poder leer a muchos escritores que valen la pena.

Andrić es uno de los autores que me cautivó cuando lo leí y me ayudó muchísimo a conocer más las raíces de los conflictos que asolaron la antigua Yugoslavia a fines del siglo XX. 



Bond, James Bond. Mi espía preferido de todos los tiempos. Bello, elegante, -nadie porta un traje y bebe vodka martini como él- seductor, mujeriego, machista, políticamente incorrecto, peligroso, duro, ambiguo, éste personaje ficticio también se robó mi corazón, por el carisma que desprende. Si una feminista radical leyera esto, me crucifica, pero no puedo evitar que me encanten las aventuras de éste agente de MI6, el servicio secreto británico. Me he visto todas, todas las películas de la saga y ojalá pudiera leer todos los libros de Fleming, el problema es que en Argentina estuvieron muchas décadas descatalogados y son dificilísimos de conseguir.

Goldfinger, lo tomé prestado de la biblioteca, de una colección ilustrada de Bruguera, viejísima y Operación Trueno lo pude leer en una edición chilena de la editorial Zig Zag, que ya no se publica más. Dos reliquias. Casino Royale, (firmaba mis primeras reseñas con el nombre de la chica Bond de ésa novela) lo conseguí en versión digital, pero no es lo mismo que tenerlos en papel. Recién ahora han reeditado los dos primeros libros de la saga, así que en cuanto pueda, si mi presupuesto me lo permite, los compraré. 

Hay gente que se escandaliza con la personalidad de Bond, pero hay que tener en cuenta, que Ian Fleming lo creó en los años '50, por lo tanto, la sociedad y los hombres eran muy distintos que ahora. Hay pasajes de sus novelas, que pueden ser consideradas machistas, sexistas o misóginas (y no me cabe duda de que algunos, lo son, como cuando insulta a Vesper Lynd, llamándola "zorra" inclusive - es sabido que Bond ve a las mujeres como un objeto para llevárselas a las cama y poco más- pero nunca debemos olvidar que es un personaje de otra era y debe ser respetado como tal, no la aberración que cometieron en la última película con Daniel Craig. 

Es que Ian Fleming, el autor de los libros, era un dandy de la high class británica, de lo más machista, mujeriego y políticamente incorrecto posible, lo cual se nota leyendo un poco acerca de su vida y viendo la serie biográfica Fleming, the man who would be Bond. Y es lógico que algo de su personalidad influyera en su célebre personaje de ficción... 

Pero de ahí a escandalizarse y repudiarlo... La función de la literatura no es moralizar a la gente. Hoy en día, seguro que podríamos cuestionar y censurar las actitudes del famoso espía británico (como las bofetadas que le da el Bond de Roger Moore a una de las chicas en una de sus películas) pero en aquella época, los cincuenta y los sesenta, el maltrato o la violencia hacia una mujer estaba naturalizado. En la actualidad, no, y me parece perfecto que se cuestione. A la obra de Fleming hay que considerarla como lo que es, un producto de su época, muy lejana a la nuestra. 


Así que algunas podrán disculparme, pero no me da vergüenza decir que me encanta James Bond (sobre todo, cuando lo interpretaba Timothy Dalton o Daniel Craig).Que me gusten sus aventuras y sus historias de ficción, no significa que apruebe a los hombres machistas, mujeriegos o misóginos en la vida real. Todo lo contrario, pero sé distinguir lo que es ficción, que lo que no lo es. 





¿Puede Dubravka Ugrešić considerarse una autora clásica del siglo XX? Para mí, sí. Una escritora que estuvo nominada al Premio Nobel de Literatura, al Man Booker International -dos de los más importantes y prestigiosos del mundo-  tranquilamente podría serlo. 

No voy a extenderme demasiado porque ya escribí bastante sobre ella en éste blog. Lo que más me sedujo de su literatura son las temáticas que abordaba -el exilio, el desarraigo, la fragmentación interna del sujeto de siglo XX- y la habilidad que tenía para mezclar diferentes géneros literarios en sus obras, producto de su formación académica como especialista en la vanguardia rusa. 

Ojalá que la Editorial Impedimenta siga traduciendo lo que queda de su obra, sobre todo, las primeras novelas, las que no se consiguen fácilmente, ni siquiera en inglés (la colección de cuentos de Steffie Speck: in the jaws of life y la novela con la que ganó el premio NIN) . También deberían traducir varios de sus ensayos... 

Lo irónico y curioso es que no tengo una sola novela de ésta mujer en papel, por dos motivos: son muy caras, para lo que es Argentina y además, no las importan con demasiado stock. Se agotan rápido y no vuelven a traerlas de España. Entonces, los precios de las mismas, están por las nubes. Por eso, las leí todas en formato digital. Esto es algo que sucede mucho en mi país, solamente nos llegan las novedades de los autores que publican con sellos grandes, ya sea Penguin, Anagrama o Planeta, pero cuando son editoriales independientes, como Alba, Acantilado o Impedimenta, directamente no llegan, o traen unos pocos títulos. 

Ni siquiera en la Feria de Libro de Buenos Aires pude hacerme con alguna novela o ensayo de Dubravka. Lo cual es una verdadera lástima... si algún día quiero escribir una tesis sobre la obra de ésta escritora... ¡¿Cómo voy a hacer?!😕 En fin, ella es una de mis autoras preferidas y como a veces hago trampa, la incluí en éste post. Pocos escritores me han fascinado tanto como ésta mujer y pocas veces sufrí tanto la muerte de un desconocido como la suya.  




La lírica no es el género literario que más leo, pero del siglo XX, prefiero a los hispanoamericanos que a los anglosajones, tal vez, es porque los conozco más. Los primeros que leí, cuando era jovencita, y que continúan siendo mis predilectos, son Alfonsina Storni (rebelde, transgresora, tanto en sus poemas como en su vida) y Pablo Neruda, con su erotismo descarnado y sus magníficas metáforas, es un poeta que realmente me conmueve. Pasaron los años, lo vuelvo a leer y me encanta. 

También me gustan mucho Silvina Ocampo, que era más clásica en poesía que en sus cuentos, Alejandra Pizarnik (sobre todo su texto La condesa sangrienta, sobre  Elizabeth Bathory) , Borges, por supuesto -ya mencioné que amo a éste escritor- y por último, mi adorado Federico García Lorca (junto a Lope y Garcilaso, mi poeta español favorito).

Sé que hay muchísimos más poetas latinoamericanos y extranjeros, a varios los estudié en la facultad, cuando vi las vanguardias del siglo XX (T.S.Eliot, Maiakovski, Marinetti, Girondo, Apollinaire, etc) pero respecto a gustos poéticos, soy más fan de lo clásico que de lo vanguardista. Excepto alguna que otra excepción, como la modernista Storni o el ultraísta Borges de sus inicios. O Pizarnik. 






Hace varios años me pregunto: ¿Porqué el ser humano, puede llegar a cometer atrocidades? ¿Porqué llevado por el odio, el fanatismo, la ignorancia o la venganza, es capaz de torturar, de humillar, de violar y de matar? Bueno, algunos de estos libros me ayudaron a comprender todo esto. Hubo dos o tres que me los hicieron leer en la facultad, como el de Solzhenitsyn, que trata de los prisioneros de los gulags de Stalin o el de Semprún, quien fue prisionero en el campo de concentración nazi de Buchenwald. 

A otros, los he leído por mi cuenta. El Diario de Ana Frank, lo leí cuando era adolescente, me lo prestó una amiga y hasta el día de hoy, sigue siendo uno de mis libros favoritos. Luego pude comprar el Diario de Zlata, de una niña bosnia que vivió el asedio de Sarajevo.  

La trilogía de Primo Levi son los libros menos novelados de todos.
Si esto es un hombre, Los hundidos y los salvados, La tregua... Levi nos lleva al horror de Auschwitz, a cómo era la vida de los prisioneros, los judíos como él, quienes eran reducidos a un número grabado a fuego en la muñeca, siendo despojados de su nombre, identidad, profesión y convirtiéndose en despojos humanos. Este escritor italiano -quien sobrevivió al lager porque los nazis necesitaban un químico- cuenta cómo los que perdían el calzado se enfermaban más rápido y corrían más riesgo de terminar en el crematorio.

Estos testimonios de los campos de concentración (ya sean lagers o gulags) son libros durísimos pero necesarios para conocer parte de la historia más triste y dolorosa del siglo XX. Te dan un baño de realidad en un mundo en el que algunos piensan que todo es seguro, confortable y bonito (bueno, los latinoamericanos estamos más acostumbrados a ver la crudeza de la vida tal y como es, pero no sucede en otros países). Autores como Levi, Semprún, Solszhenitsyn o cualquier otro que haya sobrevivido al horror de ser prisionero en un campo de concentración (o de vivir y presenciar una guerra, o estar en una ciudad sitiada, como Zlata, la niña bosnia, sarajevita) te demuestran que el ser humano provisto de poder, armas, nacionalismo étnico o religioso, es capaz de hacer lo imposible para exterminar y destruir al otro (lo que está pasando en Ucrania es un buen ejemplo de esto), que no tiene piedad con los vencidos. 

Por su parte, la novela de Slavenka Drakulić, Como si yo no estuviera (1999), está basada en hechos reales. La escritora y socióloga croata entrevistó a cientos de mujeres bosnias que fueron prisioneras en los campos de concentración serbios durante la Guerra de los Balcanes. Eran campos de mujeres y niñas, en los cuales los soldados y paramilitares de la Republica Serbia de Mladic violaban (y en varios casos, asesinaban) a éstas prisioneras de guerra. Se filmó una película basada en ésta novela, dirigida por la directora irlandesa Juanita Wilson. La he visto y es muy fidedigna a la historia original, es una película dolorosa que muestra lo peor de lo que es capaz de hacer un ser humano en nombre del nacionalismo y de la religión. 

Drakulić, al
 verse impresionada por los testimonios de éstas mujeres, pensó que el material era demasiado duro para un libro de no ficción y decidió escribir una novela. 
La protagonista, Samira, es una chica bosnia de familia mixta, de madre serbia y padre musulmán, que era maestra en Sarajevo, la contratan para realizar una suplencia en un pueblo cercano a la ciudad y se muda a una pequeña escuela de campo. Un día, llegan los paramilitares serbobosnios, encierran a todos los hombres adultos en un gimnasio y los asesinan con armas de fuego y a las mujeres (niñas, jóvenes, adultas, ancianas) las suben a unos autobuses y se las llevan a un campo de concentración, rodeado de alambrados con púas, en territorio bosnio, a unos galpones abandonados, rodeados de otras oficinas. 

La maestra sarajevita, en la escuela del pueblo, antes de que llegaran los soldados.



Cuando los paramilitares llegan, matan a todos los hombres del pueblo y se llevan a las mujeres. 



Apenas les daban un poco de pan para comer y Samira nota, que por las noches, los guardias, jóvenes soldados, eligen a algunas chicas más lindas, guapas y jovencitas y se las llevan a otra parte. Se rumoreaba que había un edificio dentro del campo donde tenían encerradas a una docena de mujeres, a las que los soldados serbios violaban sistemáticamente. La maestra, joven, de veintitantos años, bonita, un día es obligada por un guardia a acompañarlo, la llevan a una oficina donde es violada por tres o cuatro soldados borrachos y luego, herida, afiebrada, se despierta en una habitación con otras mujeres prisioneras que compartían su destino: jóvenes campesinas bosnias y hasta una niña de 13 años, a cuya prima ya habían matado. 


¿Cómo logra sobrevivir? Samira, una mujer que vivía en la ciudad, con cultura y formación profesional, logra seducir al capitán del campo (que, a diferencia de los soldados rasos, era un tipo elegante, prolijo y educado, que no la violó nunca) , quien la toma como amante y les prohíbe a sus subordinados que la toquen. La vida en el campo de concentración, era una vida en el infierno, llevada al extremo. A pesar del dolor, el remordimiento y la culpa (de acostarse con el enemigo, lo que sus compañeras de prisión le recriminaban), Samira estaba desesperada por sobrevivir y por eso prefirió ser la amante del jefe de aquel lugar infernal antes que padecer las violaciones en grupo al cual los soldados borrachos la sometían, quienes además, le pegaban, la insultaban y la maltrataban.

Una de las escenas más dolorosas y tristes de la novela (que debe haber sido verídica, sino Slavenka no la hubiera incluido) es cuando aparecen los Tigres de Arkan, los paramilitares serbios, que se llevan a la niña de 13 años, a quien violan y le abren toda la espalda con un cuchillo, marcándole la cruz ortodoxa serbia. La autora no narra ésta escena, sino cuando se la llevan y luego, cuando la devuelven a la habitación de las mujeres prisioneras. A pesar de que sus compañeras de cautiverio intentan curarla, la niña muere a causa de las heridas. Este personaje me recordó mucho al destino de la esposa de Ivo Markovic, el soldado croata de El Pintor de Batallas. Es que no solamente los chetniks se conformaban con violar mujeres de otra etnia o religión, del ejército enemigo, sino que también las mutilaban o quemaban, las torturaban, como a Samira, a quien un soldado le quemó el pecho con un cigarrillo. 

No me quiero ni imaginar el trauma que les habrá quedado no sólo a las sobrevivientes de éstos campos de concentración, sino a los reporteros de guerra que estuvieron allí cubriendo el conflicto y encontraron cadáveres de mujeres bosnias, musulmanas o croatas, que habían padecido éste nivel de violencia tan extremo. Como si yo no estuviera es un libro durísimo, pero que vale la pena leer para ser conscientes de que el ser humano, con un arma y poder bélico, puede ser malo, peligroso. Y de que en las guerras, las que nos llevamos la peor parte, siempre somos las mujeres. Porque es preferible de que te maten en combate a que te suceda lo que le pasó a Samira y a las otras jóvenes bosnias en el campo de concentración, quienes muchas veces no sobrevivían a las violaciones en grupo a las que las sometían los soldados y paramilitares del ejército serbobosnio. 

No solamente la protagonista padece abusos sexuales, sino que se queda embarazada del capitán del campo (o de alguno de los soldados, no sabía quien era el padre de su hijo), lo que les sucedió a muchas de las mujeres que fueron prisioneras en estos infames lugares. Los embarazos forzados a las mujeres croatas y musulmanas, también fue un arma de guerra, para humillar más al enemigo, los soldados de Mladic y los paramilitares querían "implantar la semilla serbia" en los cuerpos de las prisioneras. Como dijeron varios de los periodistas extranjeros que cubrieron aquella guerra, es una vergüenza que Europa, en su momento, y la comunidad internacional no pusiera un freno a semejantes atrocidades. 

La novela de Slavenka no sólo es importante por su calidad literaria, sino como testimonio histórico del horror que padecieron las mujeres bosnias en la Guerra de los Balcanes. Un horror, que las ucranianas que caen en manos del ejército de Putin, seguramente están sufriendo... La historia, por desgracia, vuelve a repetirse. 






Scott Fitzgerald es un autor que me simpatiza muchísimo, más que su amigo Hemingway. Pocos escritores supieron reflejar los años '20 y el lado oscuro del sueño americano como él. Hace bastante que tengo pendiente leer más novelas suyas, pero por diversas obligaciones, no pude. Es un autor que prefiero leer cuando estoy descansada, porque su literatura requiere de una concentración más minuciosa para poder disfrutarla de verdad y detectar todos los detalles que aparecen en la misma. De hecho, en la biblioteca que soy socia, compraron dos ejemplares nuevos de A éste lado del paraíso y Suave es la noche porque yo los pedí. Ya va siendo hora de que los pida prestados, porque estoy segura de que deben ser novelas geniales. 

A la mexicana Elena Poniatowska la conocí gracias a mi profesora de Literatura Latinoamericana, que hizo su tesis de doctorado sobre ella. Luz y Luna, las lunitas, trata sobre la vida de Jesusa, una soldadera de la Revolución Mexicana que fue entrevistada por la autora para su novela "Hasta no verte, Jesús mío" (que está descatalogada en mi país y no la encuentro en ningún lado). Si bien sus libros son difíciles de conseguir en Argentina, es una escritora, que ya sea en sus obras de ficción o con su periodismo testimonial (La noche de Tlateloco, por ejemplo), me gusta mucho, porque México, es un país fascinante y siempre es lindo conocer sobre la historia de otros países latinoamericanos, algo que lamentablemente no nos enseñan en la escuela secundaria en Argentina.

La novela de Forster la leí porque vi la película, protagonizada por Helena Bonham Carter y Daniel Day- Lewis -uno de mis actores preferidos- . Es un libro que me encanta porque trata de una chica inglesa que viaja a Italia de vacaciones y ahí comienza un romance con otro turista inglés, muy diferente a su estirado prometido. 

"Matar a un ruiseñor", de Harper Lee, lo leí hace muchos años y también vi la película con Gregory Peck. De Lawrence no voy a hablar porque ya le dediqué una reseña entera a la adaptación cinematográfica basada en la novela, pero es uno de mis libros preferidos. Lawrence, provocador, atrevido y rebelde, narraba en su literatura a un tipo de mujer muy diferente del siglo XIX, por eso me atrapó tanto ésta historia. 

En cambio, la novela corta, autobiográfica (El amante) de Marguerite Duras, me dejó una sensación agridulce, porque es una historia muy dura, pero que valió la pena leer, porque sabía poco y nada de la Indochina Francesa. He leído muchos otros libros del siglo XX, pero decidí compartir los que me parecieron más memorables. 

Por lo general, además de la lista de libros leídos en Goodreads (pero como no confío del todo en lo digital, en que perdure- tengo un cuaderno donde anoto cada lectura (de ficción y no ficción) que hago por año, porque soy una persona muy organizada y me gusta llevar un recuento de cada autor. Lo mismo hago con las series de TV. Soy una obsesiva de las listas 😅, porque denotan un orden, una estabilidad. A veces, las paso a Word y las imprimo, comencé a hacer esto en el año 2015, un año después de que me hice socia de la biblioteca a la que voy, que no es la misma a la que acudía cuando era adolescente. Más que nada, porque la mayoría de los libros que saqué de allí (unos 400 libros, aproximadamente) no los tengo en formato físico en mi casa, no los compré. No porque no quisiera, sino porque no podía -ser estudiante implicaba otros gastos-.  


Nota a los lectores


Cada cual tiene sus escritores preferidos, yo solamente, he compartido los míos y ojalá que con el paso de los años aumente la cantidad y la variedad de los mismos. Y reitero, con éste artículo no quiero decir que sean los mejores ni mucho menos, sino que son los que a mí más me gustan. Los que tuve la suerte de conocer en su momento. 


Un saludo afectuoso desde la fría e invernal Buenos Aires,


Cassandra (que no me llamo así en la vida real, pero da igual). 





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