Hoy, voy a hacer algo que debí haber hecho hace mucho tiempo. No lo hice antes porque en el fondo soy reservada, porque no me gusta hacer alarde de los libros que he leído, o porque simplemente, no tenía tiempo -o predisposición- para escribir sobre esto. Con un poco de esfuerzo, voy a compartir a los que son mis escritores clásicos preferidos (y las obras suyas que más me gustan) , enfocándome en el siglo XIX -para el siglo XX, voy a publicar otro artículo, pronto-. Me voy a enfocar más que nada en cuentos y novelas, aunque seguro encontrarán alguna obra de teatro o compilación de poemas.
Por una cuestión de temporalidad y organización, no van a encontrar ni poemas épicos antiguos, clásicos griegos o latinos, cantares de gesta, romans medievales, o autores del Siglo de Oro español... A lo sumo, alguna obra del 1700 u otra excepción, como Shakespeare o Goethe. Una pequeña, pero no menos importante aclaración: no estoy diciendo que mis escritores preferidos sean los mejores de la historia, ni mucho menos, sino que son los que a mí más me gustan. Y eso, siempre, siempre, es subjetivo y personal. No son recomendaciones ni nada por el estilo.
Si nunca había hecho esto antes, es porque dicen que los gustos literarios de alguien, a veces dicen mucho acerca de su personalidad, de su carácter, de su forma de ser o de sus afinidades o intereses. Y a mí, -aunque a veces no lo parezca- me gusta poco y nada mostrarme en público y andar contándole a la gente mis preferencias literarias, a menos que sean amigos y conocidos cercanos.
Al ver los nombres de los autores, van a notar que hay poca literatura española, francesa y hasta argentina. Lo que más van a encontrar, es literatura inglesa y eso no es casualidad. Por ejemplo, en la lista faltan nombres como Stendhal, Flaubert, Víctor Hugo, Marcel Proust... y no es que no los haya leído, sino que, excepto algunas excepciones (Molière, Alejandro Dumas, etc), los franceses no suelen ser mis escritores preferidos. Cuestión de afinidad, por supuesto. Tienen un estilo literario más complejo, en ocasiones, que autores de otras nacionalidades. No estoy diciendo que sean malos, sino que a mí, en lo personal, no me atrapan ni me entusiasman como sí lo hacen los británicos.

Si yo hubiera tenido la oportunidad de estudiar una literatura específica, habría elegido inglesa, sin la menor duda. Porque por algún motivo que no comprendo, desde pequeña, fueron los autores de ésa nacionalidad los que más me conquistaron, los que me hicieron amar la literatura para siempre. Como las hermanas Brontë y J.K.Rowling. Tal vez es por su predilección por crear ambientes y lugares góticos, como en Cumbres Borrascosas, no lo sé. O por su fascinación por la fantasía o la mitología celta.
Por otro lado, soy consciente de que me faltan muchísimos escritores canónicos por conocer, a los que no pude leer por escasez de tiempo, porque me faltaron años, o porque en verano, en lugar de dedicarme a los clásicos, leía bestsellers o novelas de detectives, porque terminaba el año de cursada en la facultad muy cansada, agotada de tantos clásicos, pedagogía, lingüística y gramática. No tenía ganas de machacarme con autores canónicos con cuarenta grados de temperatura, en diciembre, enero y febrero.
Lo que menos he leído, es literatura latinoamericana, rusa, los españoles del siglo XIX, por falta de tiempo (o ganas). En cuanto pueda, me pondré al día con eso, porque me quedan montones de escritores interesantísimos que descubrir y leer, que me provocan mucha curiosidad. Por ese motivo, tengo una extensa lista de clásicos para leer, que espero que me alcance la vida para poder hacerlo...
Solamente incluí en éste artículo, libros clásicos porque si agrego bestsellers, no termino más... Algún día, escribiré sobre los que más me gustan, pero no será hoy. Por otro lado, tampoco voy a hacer un análisis exhaustivo de cada autor, de cada obra, ni de los argumentos ni los personajes de los cuentos y de las novelas. Solamente los voy a mostrar y describir porqué los elegí. Porqué son parte de mi pequeña biblioteca personal en crecimiento.
Es curioso, pero lo cierto es que no tengo en papel, en físico, a varios de ellos. Algunos, los saqué de la biblioteca y nunca me los compré, por una cuestión de que las ediciones que yo quiero, no son económicas y los precios de los libros nuevos en Argentina están por las nubes. U otros, directamente están descatalogados o las editoriales españolas no los importan (como La Inquilina de Wildfell Hall). Pero los recuerdo con mucho cariño, porque con ellos viví incontables horas felices de lectura. Aquí los tienen...éstos son mis autores y libros favoritos del siglo XIX:
Emily
La primera vez que leí a Emily Brontë tendría 16 años. Mi profesora de literatura de la secundaria nos hizo leer Cumbres Borrascosas y yo me enamoré de ésa novela para siempre. Era diferente a todo lo que había leído antes. Sus protagonistas, Catherine Earnshaw y Heathcliff, eran detestables, insoportables, caprichosos, crueles...
Pero lo que a mí me conmovió de ése libro fue ese amor imposible entre ambos, esa pasión que inclusive superó la muerte de ella. Un amor violento y atormentado, que no pudo ser por una cuestión de diferencia de clases sociales. Pero va más allá de eso, del romance prohibido entre ellos dos. Es que me encantan todos esos paisajes góticos, sombríos, agrestes, del páramo de Yorkshire, la manera en la que Emily, como buena romántica que era, reflejaba las emociones de sus personajes mediante fenómenos atmosféricos: por eso en determinados momentos dramáticos de la novela hay tormentas, hay rayos que rompen parte de la casa... y también, hay un fantasma que aterroriza al pobre señor Lockwood, el narrador de la historia.
Para mí, Cumbres Borrascosas es la mejor novela de todas las que escribieron las hermanas Brontë. Por varios motivos... por la estructura de "cajas chinas" en la que está contada -una historia dentro de otra-, por la caracterización de los personajes, violentos, vengativos, crueles, apasionados, egoístas... Es una novela de sentimientos llevados al extremo. En el caso de Heathcliff, él es llevado al extremo del amor y del odio, de la venganza. En cuanto a Cathy, de la infelicidad y del dolor de no poder casarse con el hombre que realmente amaba porque no correspondía con su clase social y termina eligiendo a un marido, Edgar Linton, al que desprecia y humilla, a pesar de ser inclusive más adinerado que ella.
Porque Catherine, cambia cuando comienza a frecuentar la Granja de los Tordos, la propiedad de sus vecinos. Deja de ser un ser salvaje y libre que vagaba por los páramos con Heathcliff, su "hermano adoptivo" y se da cuenta de que ella, por su posición social, debe ser una "señorita", como Isabella Linton. Cuando abandona la infancia, comienzan los problemas para ella.
No voy a comentar todo el argumento de la novela, sólo que de todos los libros clásicos, del canon, que he leído, éste es mi preferido. No sólo porque me encanta -y me conmueve- ése amor imperfecto, atormentado y difícil entre los protagonistas, sino que el estilo literario de la autora, me cautivó tanto que si agarro la novela al día de hoy, más de diez años después de haberla leído por primera vez, me sigue despertando pasión y fascinación.
Es una novela que muestra lo mejor y lo peor del ser humano: el amor, la pasión, el odio, la violencia, la brutalidad y la venganza. Emily Brontë nos muestra de lo que es capaz el ser humano cuando ama, cuando odia, pierde la inocencia o cuando quiere vengarse.... Sus miserias y también su costado más tierno, más luminoso. A Heathcliff, personaje gris y ambiguo si los hay, a veces lo querés, porque te da lástima, porque te da pena su triste historia y a veces, lo odiás, lo detestás, por lo malvado, cruel y vengativo que puede llegar a ser. Por lo agresivo y violento que es con su esposa y su hijo. Es el villano gótico, el antihéroe por excelencia. Lo mismo me ocurre con Catherine Earnshaw, que es una protagonista insufrible, antipática, caprichosa, materialista, cobarde... Solamente una escritora magnífica como Emily Brontë podría haber escrito una novela de semejante calidad considerando que sus personajes principales son detestables.
Charlotte
Respecto a su hermana mayor, Charlotte, leí dos de sus libros de ficción, Jane Eyre y Shirley, ambientada en la Revolución Industrial. Mi preferida, es, por supuesto, Jane Eyre, que es en parte autobiográfica. La niña huérfana que termina estudiando para ser institutriz y es contratada por el apuesto y misterioso señor Rochester, para que eduque a su pupila -su hija ilegítima, Adèle- . Lo que más disfruto de ésta novela son los inteligentes diálogos entre Jane y Edward Rochester, en la que ella, en lugar de ser una simple empleada, se pone a la par suyo y pueden conversar de diversos temas. Así es cómo ambos terminan enamorándose.
Si bien Cumbres Borrascosas me parece una novela muy superior -los personajes de Jane Eyre son más convencionales- , le sigo teniendo mucho cariño a ésta heroína creada por Charlotte. A fin de cuentas, Jane Eyre se convirtió en un clásico de la literatura universal por mérito propio: porque es una obra de muchísima calidad, bien escrita, con personajes muy definidos e imperfectos, grises... En una novela de Jane Austen, el protagonista jamás le hubiera propuesto a la mujer que amaba, que sea su pareja sin casarse, lo cual era un escándalo en la Inglaterra victoriana. Charlotte -que detestaba las novelas de Austen- no escatima en mostrar la pasión de Mr. Rochester por la joven institutriz, a pesar del decoro de la época.
Anne
De la pequeña Anne, la hermana menor, leí sus dos únicas novelas: Agnes Grey (de la que no voy a hablar porque ya la comenté antes) y La inquilina de Wildfell Hall , en la que la protagonista, Helen Graham, abandona a su marido alcohólico e infiel y se muda con su hijo pequeño a Wildfell Hall, una antigua mansión en alquiler. "La inquilina" es mi libro preferido de ésta autora. No sólo por la historia y el argumento, sino por cómo está narrada. Anne mantiene el suspenso hasta el final y utiliza el recurso de la analepsis (mediante la lectura de los diarios de Helen), realizando varios saltos en el tiempo al pasado para mostrarle al lector, cómo fue que su protagonista llegó a ésa situación. Inspirada por la enfermedad de su hermano Branwell, y por los estragos que el alcohol provocaba en él, la escritora creó al villano de la novela, al miserable, colérico y violento Arthur Huntingdon, de quien su protagonista femenina va a huir.
La inquilina de Wildfell Hall muestra el horror de la convivencia con un cónyuge que sufría adicciones, y que además de eso, era agresivo, violento y desagradable con su esposa y su hijo. Y además, refleja el valor de una mujer que en plena Inglaterra victoriana, (época más conservadora y pacata si las había) tiene el coraje suficiente para abandonar a ése marido -que era un canalla- y trabajar para mantenerse a ella misma y a su hijo pequeño. Para alejarlo de esa padre que era una pésima influencia para él. Cuando la novela fue publicada, fue un escándalo y tuvo una pésima recepción, primero: porque estaba mal denunciar las consecuencias del alcoholismo de los señores británicos y segundo, porque era considerado inmoral que una mujer abandone a su esposo. Por ese motivo, por lo moderna y transgresora que es, me encanta ésta obra de Anne Brontë. Un libro valiente, auténtico y escrito de una manera perfecta, con una protagonista audaz e inolvidable.

Mi amor por Goethe se lo debo a dos personas. Una de ellas es mi profesor de literatura moderna de la facultad; que también lo era de literatura alemana y adoraba al Romanticismo, en todos los países en los que se manifestó. Fue él quien me hizo leer a Sheridan, Schiller, Víctor Hugo, Lamartine, Percy Shelley, John Keats, Giacomo Leopardi, a Emily Brontë -otra vez- y finalmente, a Goethe. Unos años más tarde, cambió el programa e incluyó a Henrik Ibsen, a Pushkin, a Mary Shelley, a Coleridge, Wordsworth, entre otros.
La cuestión es que yo ya había leído y conocía al Werther, la obra más trágica y famosa del poeta alemán, pero nunca había leído poesía suya. Hasta que el profe nos trajo una versión bilingüe de La novia de Corinto y yo, quedé maravillada con el talento extraordinario de éste hombre, que me gustó mucho más que los británicos Keats y Shelley. Es la historia de una mujer vampiro, un tema que me resulta de lo más interesante, porque es sombrío, gótico y terrorífico.
La otra persona a la cual le debo mi amor por Goethe es Roy Khan, el antiguo vocalista de Kamelot. A él no lo conozco personalmente, pero que haya adaptado el Fausto a dos discos conceptuales de su banda (Epica y The Black Halo) fue una motivación muy grande para que yo decidiera leerlo. Reconozco que me gusta más la primera parte que la segunda, pero es un poema hermoso. Respecto a las Elegías Romanas, lo leí porque a Borges le gustaba ese poemario. No era el mayor fan Goethe, pero recomendó ése libro, así que fui a por él.
Ya comenté que Jane Austen es una de mis escritoras favoritas. La conocí cuando tenía catorce o quince años y me leí toda su obra, que no es muy extensa: apenas seis novelas y un par de relatos cortos u obras de juventud.
Lo que más me atrapó de la narrativa de ésta escritora británica es cómo abordaba las relaciones entre los seres humanos, el matrimonio cómo única manera de supervivencia de las mujeres, cómo era la sociedad hipócrita, pacata, clasista y materialista en la que vivía y la fragilidad del sexo femenino en la Inglaterra de la Regencia. No es casualidad que casi todas sus novelas traten de chicas jóvenes que quieren casarse antes de los 25, porque no podían trabajar ni heredar propiedades y si se les pasaba la edad, quedaban solteronas, siendo una carga para sus padres o hermanos varones.
De todas las novelas de Jane, tengo tres que son mis predilectas: "Orgullo y Prejuicio" (1813) (en gran parte por su protagonista masculino, Mr. Darcy) ,"Sentido y Sensibilidad" o "Sensatez y Sentimientos" (1811), que cuenta la historia de dos hermanas, Eleanor y Marianne, y por último, "Persuasión"(1818), cuyos protagonistas son Anne Elliot y el capitán Wentworth. Irónica, alegre, observadora, chispeante, Jane Austen es una de las autoras que son indispensables en mi biblioteca.
Es curioso, pero cuando se habla de literatura rusa, lo primero que se nos viene a la mente es Dostoievski, Tolstói, los más grandes escritores -novelistas- de aquella tierra. Pero mi ruso favorito, no es ninguno de esos dos genios de la literatura universal, sino que es un poeta atrevido y desdichado, a quien mataron en un duelo... Alexander Pushkin. Tengo debilidad por su poema "El jinete de Bronce" y también me gustó mucho su "Eugenio Oneguin", una novela escrita en verso.
Novelas con monstruos, seres terroríficos, vampiros... De las tres anteriores, mi preferida es Frankenstein, por el trasfondo sociológico y filosófico que tiene... ¿Qué ocurre con una criatura a la que se la abandona y se la aísla, se la priva de ser criada en la civilización? Es increíble que Mary Shelley, con lo jovencita que era, escribiera semejante obra maestra.
Drácula es otra novela que me apasionó en su momento -no pude soltarla hasta terminarla- y también Dr. Jekyll y Mr. Hyde de Stevenson, si bien es más breve, es impactante y nos muestra que en una misma persona, puede coincidir la bondad y la maldad, la monstruosidad.


Dickens es de ésos escritores que me encantan. Que me enternecen, me conmueven. Y del que lamento mucho no haber leído más libros suyos que éstos dos, -por falta de tiempo o porque no se me dio- algo que espero remediar próximamente. La primera vez que leí Oliver Twist, me cautivó la manera en la que utilizaba la ironía. En cómo mostraba las miserias de la Inglaterra victoriana, cómo denunciaba la marginalidad, la pobreza, el pésimo trato que recibían los huérfanos en los orfanatos, la crueldad con la que eran tratados éstos niños... Nos muestra el Londres más sucio y marginal: el de los burdeles, el de los bandidos criminales y asesinos. Dickens exhibía, en sus novelas, la vida de quienes no eran aristócratas que vivían en lujosos castillos sino, de las personas más humildes y desfavorecidas de la sociedad de su época. Supongo que ése es uno de los motivos por los cuales me gusta tanto.Por otra parte, en "Historia de dos ciudades", nos lleva a la Revolución Francesa, una de las épocas más sangrientas e importantes de la historia. Amé ésta novela cuando la leí y si bien la tengo en una pequeña edición de bolsillo que apenas tiene interlineado, algún día me compraré alguna tan bonita como la de Editorial Alba. ¿Saben cómo llegué a éste libro en particular? Porque es una de las lecturas de la ficticia Teresa Mendoza, de la novela La Reina del Sur (así que gracias, estimado señor Reverte, por incluir libros dentro de otros libros, o sea, meta literatura -dirían los críticos literarios- en sus novelas).

Puede que yo no sea una gran lectora de la literatura argentina, pero conozco bien los clásicos, los del siglo XIX, a los que la fundaron. Argentina es un país, que, por suerte, sólo tiene poco más de 200 años de historia, entonces, es más fácil conocer los textos canónicos. No es como estudiar literatura española, francesa o alemana, que tenés 2000 años de historia (entre los cantares del Cid, Roldán o los Nibelungos).
Sarmiento
Por un lado, tenemos al "Facundo" de Domingo Faustino Sarmiento (el padre de la educación pública gratuita y laica argentina, el que creó las primeras escuelas, bibliotecas públicas y trajo a las maestras de Estados Unidos...) , que es una mezcla de ensayo y biografía novelada del caudillo riojano -y federal- Facundo Quiroga, el "Tigre de los Llanos", que ya estaba muerto y enterrado cuando él lo escribió. El Facundo, es un alegato en contra de las políticas de Juan Manuel de Rosas, quien fue gobernador de Buenos Aires -y dictador, le pese a quien le pese- que persiguió a los intelectuales argentinos, (que eran unitarios en su mayoría, porque habíamos tenido una guerra civil) quienes acabaron en el exilio. Sarmiento, en Santiago de Chile y Esteban Echeverría, poeta romántico, en Montevideo, lo que hoy es Uruguay y en ésa época se llamaba Banda Oriental.
Sarmiento no sólo fue ensayista, periodista y escritor, sino que fue un hábil político, dos veces presidente de la Nación -después de que Rosas fue derrotado en la Batalla de Caseros-, gobernador de San Juan, entre otros cargos. En Argentina, está repleto de escuelas, bibliotecas, institutos de educación superior, que se llaman Sarmiento. Y es que nadie hizo tanto por la educación en Argentina como él, que había recibido un país culturalmente devastado por los gobiernos de Rosas (quien no quería alfabetizar a la gente y le daba alergia cuando alguien le nombraba la palabra "escuela" o "libros". Quería que el pueblo fuera analfabeto e ignorante para manipularlo a su antojo y mantenerse en el poder). Leer el Facundo, por más propaganda política que contenga, es leer la historia, la geografía de la Argentina del siglo XIX. Es, junto a El matadero de Esteban Echeverría, el texto fundador de la literatura argentina. Es muy probable que Sarmiento y Borges sean los mejores escritores que ha dado mi país. Al menos, son los más traducidos y reconocidos a nivel internacional. Uno puede estar de acuerdo o no con las ideas del autor sanjuanino, pero no hay duda de que era un escritor excelente, brillante, magnífico.
Esteban Echeverría
Voy a citar una frase del crítico literario y escritor, ya fallecido -quien fue titular de la cátedra Literatura Argentina I en la UBA- , David Viñas. Él decía, en su libro Literatura Argentina y Realidad Política, que la literatura argentina se fundaba con Rosas. Y que además, se fundaba con una violación: la que casi sufre el joven unitario en el cuento El Matadero, quien es capturado por unos mazorqueros -algo así como la policía política de Rosas- , ardientes federales, quienes lo llevan a un matadero donde se mataban novillos, vacas. Lo capturan, lo quieren obligar a que jure lealtad a Rosas y a la "Santa Federación", enfadados porque montaba a caballo en silla y lucía patillas como un europeo, lo desnudan, le cortan el cabello y los mazorqueros, los carniceros, amenazan con violarlo. Entonces, el joven muere de ira, rabia. Los que no son argentinos se preguntarán, bonita temática para inaugurar una literatura nacional, ¿no? 😂 Viñas tenía razón, gracias a Rosas, a los escritores, poetas e intelectuales que se oponían al "restaurador" y que fueron perseguidos, amenazados y exiliados, surgen los primeros textos literarios en Argentina. Que ni siquiera se llamaba Argentina en ésa época.
Además del cruento cuento de El Matadero, Echeverría escribió un precioso poema romántico y trágico (del Romanticismo estoy hablando, el del siglo XIX, no de cursilerías) llamado La Cautiva, sobre una mujer blanca que fue raptada por los indígenas, algo que sucedía mucho en aquellos tiempos.
José Hernández
Por un lado, tenemos a Sarmiento y Echeverría, los unitarios que escribían contra Rosas. Y por el otro, tenemos a los autores de la gauchesca, o los que escriben sobre gauchos (que eran una especie de cowboys, vaqueros del Oeste, pero de la pampa argentina). Los gauchos, vivían en el campo, sabían montar a caballo, tenían su rancho, su "china" (su mujer) ,sus caballos, tomaban mate, tocaban la guitarra, hacían payadas, frecuentaban pulperías y sabían pelearse a cuchillo (fueron los precursores de los compadritos de Borges, por ejemplo). Vivían de los animales que criaban, comerciaban o a veces, robaban (como vacas ajenas, por ejemplo). No tenían un trabajo fijo y estable y eran libres de rondar por todos los campos que quisieran, porque no estaban alambrados.
Aquí me pongo a cantar,
al compás de la vigüela
que el hombre que lo desvela
una pena extraordinaria,
como la ave solitaria
con el cantar se consuela.
José Hernández, primera estrofa del Martín Fierro.
José Hernández, hombre culto, de familia estanciera y acaudalada, se había enamorado de campo y de los gauchos, y mediante su poema Martín Fierro (1872) , hace una feroz crítica a las políticas del presidente Bartolomé Mitre (el político y militar que fundó el diario La Nación), respecto a ellos. En su famoso y canónico poema, escrito en sextinas, denuncia el maltrato que sufrían los gauchos, quienes eran considerados vagos, mal entretenidos y casi criminales.
Él anda siempre juyendo,
siempre pobre y perseguido,
no tiene cueva ni nido,
como si juera maldito,
porque el ser gaucho… barajo!
el ser gaucho es un delito.
José Hernández, El gaucho Martín Fierro, 230
Martín Fierro, el protagonista, era un gaucho que vivía en el campo con su mujer y sus hijos, es reclutado por un juez y enviado a la frontera con el indio, a un fuerte del sur de la provincia de Buenos Aires -ya sé que hoy se usan otras palabras para designar a los pueblos indígenas o nativos, pero en el poema de Hernández, escrito en el 1800, pues no es así-. Allí pasa cinco años, no recibe su paga del gobierno, sufre hambre, frío, pelea contra los malones, y cansado de los malos tratos de sus superiores, deserta del ejército y vuelve a su rancho, al que encuentra vacío, porque su mujer se había ido con otro y sus hijos, se habían desparramado por ahí.
Furioso, enojado y dolido por haber perdido a toda su familia, Fierro se convirtió en un "gaucho matrero", un gaucho malo, se pelea a cuchillo con dos hombres en las pulperías -otro gaucho y luego, un moreno-, a los que mata; y por sus crímenes, fue perseguido por una patrulla policial. Cuando está a punto de ser detenido, se resiste y pelea, y el sargento Cruz, lo ve un hombre valiente y decide ponerse de su lado. Matan a todos los demás y huyen al desierto, a vivir con los indígenas. Así termina la primera parte de El gaucho Martín Fierro, debido al éxito del poema, luego Hernández escribió La Vuelta, en la que el gaucho, ya solo, abandona el desierto (donde Cruz muere de viruela) tras salvar a una cautiva, regresa a su pueblo natal y se reencuentra con dos de sus hijos.
Borges realizó dos reescrituras de éste poema canónico, nuestro "poema nacional": los cuentos El fin -en el que el hermano del moreno se bate a duelo a cuchillo con Martín Fierro, en lugar de perdonarlo- y Biografía de Tadeo Isidoro Cruz -en la que se cuenta la vida del amigo y compañero del famoso gaucho-.
Juan Moreira, de Eduardo Gutiérrez, también trata sobre un gaucho perseguido por la ley, porque un teniente de la policía se había enamorado de su mujer y para quedarse con ella, ordena su captura y arresto, con la intención de matarlo. No voy a contar todo el argumento, pero leí la obra de teatro y me pareció una buena historia, apasionante.
A pesar de no ser una ferviente lectora de la literatura de mi país (no soy una nacionalista fanática, soy consciente de que nací en la Argentina por casualidad) sé reconocer lo que vale la pena y estos gauchos, estos personajes complejos, contradictorios, carismáticos, pintorescos, que luchaban por su libertad y que podían ser hasta violentos en algunas situaciones, al punto de batirse a duelo a cuchillo con otro por una simple discusión o porque solamente les da ganas de pelear, como protagonistas de obras de ficción, ya sea un poema, novela u obra de teatro, son muy atractivos. Heroicos, a veces. Criminales, o bandidos, tal vez. Depende cómo se los mire. Son ambiguos y por eso puede que éstas obras gauchescas sobrevivieran al paso del tiempo y se convirtieran en clásicos de la literatura argentina. Porque sus protagonistas, son inolvidables.

La primera vez que leí a Sherlock Holmes era una adolescente. Me acuerdo cuando me llevé a mi casa "El signo de los cuatro" y "Aventuras de Sherlock Holmes" de Arthur Conan Doyle, que me gustaron mucho, porque desde pequeña, cuando veía Scooby Doo en la televisión, me apasionaban las historias de detectives que resolvían crímenes.
Otra cosa que me cautivaba de Sherlock Holmes era que sus aventuras estaban ambientadas en un país muy lejano al mío, en una ciudad antigua, Londres, donde abundaba la niebla y el clima frío. No recuerdo porqué no conseguí el resto de los libros, o no estaban en la biblioteca pública, o los habían prestado o yo no los encontré. Años más tarde, de adulta, compré "Estudio en escarlata" y "El sabueso de los Baskerville", que me encantaron. Todavía los tengo en mi biblioteca, en ediciones económicas, compradas a mi librero amigo. Me vi toda la serie de Benedict Cumberbatch y también las películas con Jude Law y Robert Downey Jr. También las de "Enola Holmes" -las amé- con la jovencita Millie Bobbie Brown, la protagonista de Stranger Things.
Aun así, debería aclarar, que si bien me simpatiza mucho el señor Holmes, a pesar de todas sus excentricidades, no es mi detective preferido. No soy súper fanática suya -fíjense que ni siquiera me leí todo lo que Conan Doyle escribió-. El sabueso que se robó mi corazón, ya desde adolescente, es un detective belga (con acento afrancesado cuando habla inglés) bajito, con cabeza en forma de huevo, bigote "tieso y casi militar", obsesionado con "utilizar las células grises" para resolver los crímenes que investigaba... Se llama Hércules Poirot y es el protagonista de docenas de novelas y cuentos de la escritora británica Agatha Christie. Tengo una veintena de novelas de la señora Agatha -que me regaló mi madre, las vendían con el diario La Nación- en mi biblioteca, pero las primeras las saqué de la biblioteca. Eran unas ediciones viejísimas de la Editorial El Molino, intercaladas con alguna que otra más moderna que se vendían con los diarios... Pero de esto, voy a hablar en otro post. Hoy, no.
Reitero, me gusta Sherlock y me cae simpático, (sus libros y aventuras son geniales, súper entretenidas y bien escritas) Conan Doyle es un grandísimo escritor, pero mi corazón no se lo llevó su célebre detective. Me lo robó el pequeño ex policía belga, inmigrante en la Inglaterra post Primera Guerra Mundial, que soñaba con cultivar calabacines cuando se jubilara y que resolvía sus casos junto a su amigo, el capitán Hastings. Vi toda la serie de la ITV, Agatha Christie's Poirot, para mí, el Poirot que más se parece al personaje literario, el que es perfecto, es el interpretado por el actor David Suchet. Ni el Poirot de las películas de Peter Ustinov ni el de Kenneth Branagh terminan de convencerme.
Me gustan mucho las historias de terror. Hace rato que no leo éste género, pero tuve mis épocas. Del siglo XIX (y principios del siglo XX), los autores que más me gustan, son Edgar Allan Poe, por supuesto y H.P.Lovecraft. Predecible, por supuesto, ya que son los más clásicos..
A Poe lo descubrí con un ejemplar prestado de un vecino, de su compilación "Narraciones extraordinarias". El gato negro, Berenice, Ligeia, La máscara de la muerte roja... Sus cuentos me dieron mucho miedo en su momento, porque son sangrientos, siniestros, góticos... Es un autor que en lo personal, me entusiasma mucho, aunque no lo leo seguido. En pequeñas dosis, se disfruta mejor.
Respecto a Lovecraft, fue muy curioso y gracioso cómo llegué a él. Lo conocía de nombre, pero recién lo leí cuando una amiga mía me regaló unos libros suyos, dos ejemplares casi nuevos, bellísimos, que todavía conservo en mi pequeña biblioteca. Resulta que los libros no eran de ella, sino de un chico con el que salía, un pelirrojo.
La cuestión es que éste "colorado", era un chico un poco extraño, fanático de Lovecraft, y como se había comprado las Obras Completas en una edición más completa y cara, quería "tirar" los que ya tenía, que era el Volumen 1 de los Mitos de Cthulhu y una compilación de cuentos. Mi amiga, alarmada por ésta actitud de derroche (¿Desde cuando uno puede cometer la estupidez de tirar a la basura libros casi nuevos? ¡Pero cuánta arrogancia! ¡¿Éste jovencito no sabe lo que es cuidar la ecología?!), se acordó de mí, de que me gustan los libros y le pidió que se los regalara. Como ella no es lectora, un día cayó en mi casa con los dos libros de Lovecraft. Yo, feliz de la vida.
Si bien es un escritor un poco difícil de leer, no por los temas que trata, sino porque era muy descriptivo y utilizaba pocos diálogos, hay relatos suyos que me encantan, como "El color que cayó del cielo" o "Los sueños en la casa de la bruja" o "La llamada de Cthulhu". No lo leo siempre, pero sí me resultan interesantes y atrapantes los ambientes que creaba, los monstruos, el horror cósmico... Es distinto de Poe, pero tiene su encanto, un encanto escalofriante y terrorífico.
Yo llegué a ambos autores luego de leer a Stephen King, quien fue influenciado por ellos. Y en el maestro de Maine, veo las influencias de sus precursores. Sin Poe, sin Lovecraft, no habría hoy un King, el autor más representativo e importante del género en la actualidad -por más despreciado que sea por la crítica literaria debido a que es un bestseller, Harold Bloom lo odiaba-.
Alexandre Dumas
A pesar de que leí Los tres mosqueteros de Alexandre Dumas y que lo disfruté muchísimo, porque es una novela de aventuras grandiosa, no es mi libro favorito suyo. Mi preferido es El conde de Montecristo. Por motivos muy personales que no tengo ganas de detallar aquí, Edmundo Dantés es muy especial para mí. Lo único que lamento es que la edición de Losada esté tan cara, porque es un libro que me encanta. El ejemplar que tengo yo es uno de segunda mano, que vino por tomos y que para colmo...¡Le falta un capitulo!
Es una novela perfecta, hermosa, conmovedora, que me llevó bastante tiempo de lectura, pero que amé cada capítulo, cada página leída. No soy una fan a ultranza de Alexandre Dumas, ni me conozco toda su obra (de él solamente leí estos dos libros) pero debo admitir que Montecristo me gustó mucho. Y que Dumas era un grandísimo escritor, que sabía bien como atrapar al lector y engancharlo para que no quiera soltar el libro hasta el final. Y otra vez tengo que agradecerle a la ficticia Teresa Mendoza, quien fue la que me motivó a releer a éste autor. De adolescente, había leído El hombre de la máscara de hierro. Pero a Dumas lo disfruté más de adulta que de pequeña. En la biblioteca a la que iba de adolescente, me habían ofrecido un ejemplar de Los tres mosqueteros, de letras muy chiquitas y de páginas ya amarillas, casi naranjas, por eso lo rechacé. Tal vez, si hubiera sido un libro más nuevo, me lo hubiera llevado a casa a los quince y no a los veintitantos. Pero bueno, nunca es tarde para descubrir éstas novelas tan hermosas y entretenidas.
Oscar Wilde
Oscar Wilde fue de los primeros autores que me hicieron leer en la escuela primaria y recuerdo que me encantó su novela corta El fantasma de Canterville, en la que el pobre fantasma trataba de asustar a unos temibles gemelos estadounidenses, que le tendían trampas todo el tiempo... Irónico, afilado, tierno, dulce y mordaz a la vez, Wilde fue de los primeros escritores que me hizo amar la literatura. Años más tarde, leí su genial novela El retrato de Dorian Gray, en la que aborda la obsesión de la sociedad por la juventud y la belleza, temas que continúan siendo vigentes en la sociedad. Éste libro es de mis predilectos, que por suerte tengo en formato físico, en una edición de Altaya, con tapa dura bordó, de páginas ya amarillentas, tiene como 30 años -lo compré usado- pero me encanta.
Thomas Hardy

De éste autor británico, solamente leí Tess, la de los de Urberville, después de ver la película homónima de Roman Polanski.Es una novela tan cruda, tan triste y dolorosa, que se te estruja el corazón cuando la leés. Una muestra de la desgracia que puede traer la belleza, más si está encarnada en una joven campesina, humilde, que es abusada por un pariente rico, libertino y poderoso. La condena social que padecía una mujer cuando tenía un hijo sin estar casada, como pagaba los platos rotos de las acciones de los hombres. La pobreza, el dolor, la humillación y la vulnerabilidad que sufre cuando es abandonada por su marido, por el simple hecho de "no ser una mujer pura". Hardy muestra la pobreza de los campesinos de su país y la impunidad de los ricos. Tess es una novela hermosa pero muy dolorosa. Y tengo que admitir que me quedé con ganas de leer más libros suyos, lástima que es tan difícil conseguirlos en papel en la Argentina, porque Alba, la editorial española que los traduce y publica, no los importa a mi país. Esto sucede con varios autores clásicos que ya no son tan populares. Los descatalogan o es dificil conseguir su bibliografía, como sucede con los libros de Edith Warthon o Ian Fleming.Louisa May Alcott
Leí Mujercitas cuando era una adolescente, recuerdo que hasta dibujé a las cinco hermanas en su momento, pero no busqué más libros de Alcott, porque no sabía que había continuado la saga. Aunque no sea súper fan de ésta escritora -no me llegó al corazón como Austen y las tres hermanas de Yorkshire- , la disfruté mucho en su momento y también me gustó la película de Greta Gerwig protagonizada por Saoirse Ronan.
Dostoievski
No creo que mis sencillas y humildes palabras puedan rendirle homenaje a un escritor del calibre de Dostoievski. Lo primero que leí suyo fue Los hermanos Karamazov , que me demoró casi un mes de lectura -no podía avanzar más de 50 páginas por día- por la dificultad de su estilo literario. No es un escritor fácil, pero más allá de cómo utilizaba el lenguaje, aborda temáticas crudas, complejas y dolorosas, con las que Sigmund Freud se haría un auténtico festín. Una bibliotecaria, muy culta, lectora voraz y fan incondicional de los rusos (Tolstói es su preferido), me dijo una vez que leerlo era complicado, porque te provocaba una angustia tan grande como si te estuvieran apuñalando en el corazón. Es que Dostoievski plantea dilemas morales, qué es lo correcto, qué es lo incorrecto, cómo pagamos por nuestros pecados, por nuestros pequeños crímenes... Sus personajes son humanos, descarnadamente humanos y se enfrentan a situaciones muy desagradables...Reitero, todavía me falta indagar más en la literatura rusa y en clásicos que ya debería haber leído, pero que no pude no porque no me interesaban, sino porque no tenía el tiempo suficiente y necesario, pero si hay un autor con el que me alegra haberme atrevido a leer, es éste. A pesar de que me cuesta, de que no lo leo rápido, de que puede ser un poco denso, pesado -no significa que sea malo, eh- realmente valió la pena leerme las más de 1000 páginas de Los hermanos Karamazov en su momento, porque con éste señor ruso, aprendí mucho de la perversidad y la maldad del ser humano y también, de la bondad, como en el caso de Aliosha.
Sí, sé que estoy haciendo trampa: Shakespeare no es del siglo XIX.
Estoy segura que más de uno se va a indignar cuando lea esto, porque... ¿Porqué Shakespeare y no Cervantes? Muy simple: para escribir sobre el autor español necesito volver a revisar todos mis apuntes de literatura española y los textos críticos que me dieron al respecto, porque no voy a ser tan imprudente de comentar sobre él a la ligera. Y ahora, no tengo tiempo suficiente para eso.
Cervantes, quien escribió la primera novela moderna, el Quijote, merecería un artículo completo para él solo. Pero yo no soy una cervantista experta, así que no me atrevo. Lo que sí voy a aclarar es que Cervantes me gusta y mucho, así que mis amigos españoles -sobre todo un gallego un poco temperamental, al que le sale la vena patriótica de vez en cuando; con el que suelo debatir a veces, porque detesta a los ingleses- pueden quedarse tranquilos. No prefiero a uno sobre otro, los dos son grandes en los suyo.
¿Porqué está Shakespeare en la lista, si es del barroco y no del siglo XIX? Porque me agrada hacer trampa a veces y además, fue de los primeros autores que leí por mi cuenta cuando era jovencita. Romeo y Julieta, los Sonetos y Macbeth. Los leí, pero al bardo de Avon lo comprendí de verdad muchos años más tarde, cuando me lo enseñó mi profesora de Literatura del Medioevo, Renacimiento y Barroco -quien sí es una cervantista prestigiosa y una académica reconocida- . Los que dicen que la crítica literaria no debería existir porque lo único que hace es despreciar y envidiar a los escritores exitosos, se equivocan. Sí, puede que sean un poquito elitistas y despectivos con los bestsellers... Pero... ¿Qué haríamos sin ellos los estudiantes de Letras, Filología o como quieran llamarle en diferentes lugares del mundo? A Shakespeare, si uno lo lee solito, no va a llegar muy lejos del argumento y los personajes. Y hay obras suyas, sobre todo sus tragedias más clásicas, que tienen un trasfondo más allá de quién mató a quién o quién traicionó a quién. Así que por más pedante y esnob que fuera la profe, siempre le voy a agradecer que me ayudara a comprender de verdad a éste autor (y a otros). Aprendí mucho con ella.

De Shakespeare, leí varias obras. Mis preferidas, son El Rey Lear, Macbeth, Otelo y Hamlet. Aunque La Tempestad y El Mercader de Venecia también tienen un atractivo particular. Éste autor era un extraordinario creador de personajes y abordaba las pasiones humanas, las positivas y las negativas, de una manera formidable. Tanto que algunos nombres de sus personajes, nos remontan a determinados sentimientos. Si decimos Otelo, pensamos en los celos. Yago, la manipulación. Macbeth, la traición. Lady Macbeth, la persuasión y la crueldad. Lear, la locura. Hamlet, la venganza. Shylock, la avaricia. Próspero, el tirano, el colonizador, el imperialista. Rosalinda, la astucia y la valentía. Romeo y Julieta, la pasión, el amor. Yo no soy una especialista en Shakespeare como sí lo era Harold Bloom, pero el británico es un escritor que me encanta, que me gusta muchísimo y cuyos personajes tienen una profundidad psicológica admirable considerando la época en la que fueron creados. Y si lo pude llegar a comprender de una manera más exhaustiva, fue gracias a los textos que me hizo leer mi profesora, la cervantista. Que no fue mi favorita, pero a la que en el fondo, le debo estar agradecida por lo mucho que me enseñó.
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