El italiano - Arturo Pérez-Reverte




"Nos enamoramos, en realidad, de la imagen del amor que tenemos en la cabeza, proyectando ahí los libros leídos, el cine que hemos visto. Incluyendo nuestros sueños, deseos, tristezas y alegrías."  



 Sinopsis 

En los años 1942 y 1943, durante la Segunda Guerra Mundial, buzos de combate italianos hundieron o dañaron catorce barcos aliados en Gibraltar y la bahía de Algeciras. En esta novela, inspirada en hechos reales, sólo algunos personajes y situaciones son imaginarios. Elena Arbués, una librera de veintisiete años, encuentra una madrugada mientras pasea por la playa a uno de esos buzos,  desvanecido entre la arena y el agua. Al socorrerlo, la joven ignora que esa determinación cambiará su vida y que el amor será sólo parte de una peligrosa aventura.


Editorial: Alfaguara

Año: 2021


El italiano es una de mis novelas favoritas de Arturo Pérez-Reverte. Si bien es un escritor cuyas novelas me gustan muchísimo, pocas veces me he conmovido tanto como cuando leí éste libro por primera vez. Tal vez sea porque en la mayoría de sus historias no hay finales felices en cuanto a las relaciones de pareja de sus personajes. Si me pongo a hacer memoria, sus héroes -o heroínas- casi siempre terminan solos, aunque hayan vivido amores apasionados (Julia, de La Tabla de Flandes, el capitán Diego Alatriste, el marino Manuel Coy, Teresa Mendoza, de La Reina del Sur, Andrés Faulques, el pintor de batallas, el padre Lorenzo Quart de La piel del tambor...). 

El italiano es la primera novela del autor en la que hay un final feliz, en la cual desde el principio sabemos que la pareja conformada por la librera española Elena Arbués y el marino italiano Teseo Lombardo se casaron y vivieron juntos hasta su vejez. Desde el punto de vista estructural, la novela tiene dos narradores, uno en primera persona (un periodista que investiga, durante los años ochenta, la actuación de buzos italianos en Gibraltar durante la Segunda Guerra Mundial) y otro omnisciente, en tercera, que relata la vida de Elena Arbués, la protagonista, entre 1942 y 1943, cuando a los 27 años conoció al soldado italiano que más tarde sería su marido. 

El periodista entra en una librería de Venecia llamada Olterra a comprar un libro, le llama la atención una fotografía antigua enmarcada en la pared donde dos jóvenes soldados italianos -buzos de combate- están en un buque de guerra. Uno de esos hombres era Teseo Lombardo, el esposo fallecido de la anciana librera, Elena, quien era española y había inmigrado a Italia hace más de treinta años. A partir de ese encuentro, el reportero comienza a investigar y reconstruir la historia de éstos hombres.

Esta técnica de combinar dos narradores ya la había utilizado el autor en La Reina del Sur, con espléndidos resultados y en El italiano sucede lo mismo: a medida que avanza la investigación, el lector va conociendo los detalles sobre cómo operaba el grupo Orsa Maggiore, conformado por los buzos de combate de la Marina italiana que, encubiertos desde la bahía de Algeciras, atacaban y hundían los barcos de guerra británicos en Gibraltar con unos torpedos llamados maiales. Algunos escenas las sabemos por el narrador en primera, el periodista español devenido en escritor que entrevista a Elena Arbués, ya anciana y viuda, y que también viaja a Nápoles para conocer la historia desde el punto de vista de Gennaro Squarcialupo, otro de los buzos, antiguo compañero de Teseo, que todavía seguía vivo en aquel entonces. 

A su vez, aparece el narrador omnisciente en tercera persona que nos cuenta la historia desde el punto de vista de Elena, cuando era joven y vivía en la bahía de Algeciras, en el año 1942. Ella tenía veintisiete años, era viuda de un marino mercante y se ganaba la vida regentando una librería en La Línea, una ciudad fronteriza con la península de Gibraltar, que pertenece al Reino Unido. 



            La ciudad de Gibraltar, que hasta el día de hoy pertenece al Reino Unido. 


La mujer vivía sola en una casa junto al mar y una mañana, caminando con su perro Argos por la playa, descubre a un hombre herido saliendo del mar, desmayado, envuelto en caucho negro, por lo tanto deduce que era un soldado extranjero, uno de los buzos que saboteaban los barcos ingleses en Gibraltar. Esa imagen le recuerda a Ulises saliendo del mar tras naufragar, descubierto por Nausícaa, en la Odisea de Homero. Elena, cuyo padre era profesor de griego, era una ávida lectora que había traducido los clásicos en su infancia y adolescencia, entonces al ver a ese hombre proyecta sus lecturas y lo imagina como si fuera Ulises, reconoce al héroe. 

En lugar de llamar a las autoridades británicas, ella ayuda al buzo, lo lleva hasta a su casa hasta que él despierta y se recupera. Se comunica con sus compañeros, quienes lo vienen a buscar en mitad de la noche. Ella guarda el secreto de este encuentro pero no puede evitar recordar a ese hombre bellísimo de ojos verdes y cabello negro, mediterráneo, fuerte, educado y algo callado, de pocas palabras. Se lo imagina con un yelmo de soldado griego, como los héroes de la guerra de Troya y termina enamorándose de él.



La hermosa ilustración del pintor Augusto Ferrer Dalmau. Sin duda, es una de las mejores portadas de los libros del autor. 


Cuando él está inconsciente, ella mira su identificación, y ahí se entera de su nombre, Teseo Lombardo, buzo y suboficial de la Regia Marina Italiana. No puede quitárselo de la cabeza y cuando se lo encuentra en la ciudad, lo sigue y comienza una relación con él, a escondidas de sus conocidos porque era muy peligroso tener contacto con soldados italianos- que trabajaban encubiertos, ocultos en un barco- en plena Segunda Guerra Mundial. Elena sabía, por sus amigos y conocidos, que en la zona había espías y soldados de las fuerzas del Eje que trataban de sabotear los buques de guerra británicos en Gibraltar. Y si los militares ingleses los capturaban vivos, los condenaban a la horca por saboteadores o los tomaban como prisioneros de guerra. 

Más allá de la relación entre los protagonistas, la guerra es un tema muy importante en la novela, el autor describe de manera magistral a los dos bandos enfrentados, por un lado, los británicos que despreciaban a los italianos y defendían sus barcos, y por el otro, a los marinos encubiertos que luchaban por su patria, porque los habían reclutado y era una obligación -como Teseo-  o por lealtad a un partido- como en el caso de Gennaro Squarcialupo, fascista convencido- . No es una novela de ideologías, al contrario, sólo resalta el valor de esos hombres que se jugaban la vida sumergiéndose en el mar con unos torpedos para hundir barcos que eran muy complicados de manejar, en territorio enemigo. Más de uno va a morir en el intento, porque los británicos defendían sus barcos con uñas y dientes...



Los maiales, los torpedos que utilizaban los buzos italianos para hundir los barcos  de guerra ingleses en el fondo del mar


Lo que pude notar es una aguda crítica hacia la conducta de ciertos oficiales ingleses, como su trato hacia las viudas españolas de la Guerra Civil, hay escenas en las que abusan del alcohol y son muy groseros con las mujeres y la población española local. Hay un solo personaje que reconoce el valor del enemigo, Royce Todd, un marino inglés, un personaje simpático y pintoresco. Es sabido que el autor no le tiene mucha simpatía a los británicos, por ciertos artículos suyos al respecto. Aun así, escribir una novela donde el protagonista pertenece al ejército de la Italia fascista es un gesto valiente y transgresor, más en ésta época de excesiva corrección política -y en la que abunda la cultura de la cancelación- donde podría ser malinterpretado. En una entrevista, Pérez-Reverte afirmó que por más que Mussolini fuera un payaso, eso no quita que los hombres italianos que pelearon en esa guerra fueran valientes y considera injusta la representación que los anglosajones hicieron de ellos en el cine.

Uno de los aspectos más logrados de la novela es la ambientación histórica, se nota el trabajo de documentación, cuando uno la lee se transporta allí, a esa Algeciras y Gibraltar de los años 40. Pero lo que más me gusta es que la extensión es adecuada, no hay un exceso de descripciones, al contrario, es un libro perfecto en este sentido y se lee de manera ágil y fluida. 


 La evolución de las heroínas revertianas


A pesar del título del libro, la protagonista absoluta es Elena porque nunca sabemos lo que piensa Teseo excepto en los diálogos con la librera o con sus compañeros soldados. Siempre lo vemos a través de los ojos de ella. Elena Arbués es una de mis heroínas revertianas preferidas, junto a Teresa Mendoza, Adela de Otero, Olvido Ferrara, Diana Palmer y Eva Neretva. Una mujer simple, ni demasiado bella ni demasiado exuberante, de la que solo sabemos, por las descripciones de Gennaro y Teseo, que es alta, de cabello castaño cortado por los hombros y que tiene los ojos oscuros. 

Lo que me sorprende es que en las últimas novelas el autor ya no hace una descripción exhaustiva de la anatomía femenina como en obras anteriores (lo que provocaba la furia y la indignación de varios lectores, sobre todo mujeres y algunos hombres, basta con leer un par de reseñas en la plataforma Goodreads, donde lo acusan de machista, sexista y misógino) sino que tiende a resaltar más las cualidades intelectuales - o el coraje y la valentía- de las mujeres de sus libros. Yo lo veo como una evolución, un cambio en su manera de escribir y en su capacidad de observación respecto a ellas. 

Cuando le preguntan a Pérez-Reverte en entrevistas a qué se debe el protagonismo de Teresa Mendoza en La Reina del Sur, afirma que la paternidad (sobre todo, ver crecer a su hija) fue lo que le hizo adquirir una perspectiva distinta sobre la naturaleza de las mujeres y lo cierto es que  si bien ya había atisbos de esto en algunas escenas de La carta esférica, es a partir de los 2000 cuando sus heroínas adquieren otro cariz más allá de resaltar lo puramente estético y lo físico, sino que comienzan a ser más realistas y menos un producto de la imaginación o la inspiración del autor en creaciones de otros escritores, como la Milady de Winter de Alejandro Dumas (precursora de Adela de Otero, Angélica de Alquézar y Tánger Soto, entre otras). Con esto no quiero decir que sus primeras heroínas literarias sean malas o insípidas, sino que las que vinieron después fueron muy superiores. 

Por ejemplo, la distancia en la que están representadas las mujeres en libros como El Club Dumas (1993) y en El italiano (2021) o La Reina del Sur (2002), es abismal. En la primera novela, los personajes femeninos (Liana e Irene Adler) se mostraban en gran parte como objeto de deseo del protagonista, había varias alusiones a sus atributos físicos; lo que ha sido duramente criticado por unos cuantos lectores jóvenes, que leyeron éste libro varias décadas después de su publicación. En los noventa seguramente a la gente no le importaba estas cuestiones, pero hoy en día cualquier libro que salga a la venta va a ser leído con un escrutinio deliberado, el mundo y la sociedad no son los mismos que antes.  


Teresa Mendoza, interpretada por la actriz Kate del Castillo y Raimundo "el Güero" Dávila, interpretado por el actor Rafael Amaya en la adaptación televisiva de "La Reina del Sur". El "Güero" de todos los novios de la mexicana, es mi favorito. 

En cambio, en las otras novelas (escritas una década más tarde), personajes como Teresa Mendoza o Elena Arbués muestran una profundidad psicológica relevante, un valor impresionante ante situaciones extremas y un sentido de la lealtad que sólo una mujer podría tener hacia un hombre. Me refiero, por supuesto, a la lealtad de Teresa por los hombres de su vida: el Güero Dávila y Santiago Fisterra, o Elena por Teseo Lombardo. Las dos arriesgan sus vidas por los hombres que aman y se hacen cargo de las consecuencias de sus decisiones. 


Cuando leo fragmentos de La Reina del Sur o El italiano, me doy cuenta de que pocas veces he leído a un autor, un hombre, que pueda ponerse en la piel de una mujer de esa manera, no es fácil escribir escenas como la violación que sufre Teresa a manos del sicario  apodado "el Gato Fierros" *, la soledad que padece cuando los hombres de su vida se mueren y el dolor que siente ante la traición del detestable y cobarde Teo Aljarafe (bien merecido se tiene terminar hundido en el fondo de mar, el muy sinvergüenza). Esta sensibilidad y exquisita capacidad de observación es lo que convierte a la historia protagonizada por "la mexicana" en un libro tan bueno, tan grande y  es muy probable que sea uno de los más importantes de toda su carrera como novelista. 

Tampoco debe ser sencillo como escritor, siendo hombre, relatar de manera verosímil el miedo que sentía Elena ante la posibilidad de que Teseo muera en esa guerra, hundido en el mar para siempre, abatido por los ingleses. También es muy certera la descripción de la soledad que siente la librera al quedar viuda y el deseo físico que Teseo, el protagonista, le provoca. Es ella quien toma la iniciativa, en una época - pleno franquismo, tras la Guerra Civil Española-  en la que no estaba bien vista la libertad sexual de las mujeres (por eso él le pregunta, en una escena, si no había problema en que él entrara en su casa, sino estaba en juego su reputación). 

Ésta capacidad de crear personajes femeninos ficticios que reflejan de manera verosímil cómo piensan y sienten ellas, como sufren, aman, odian, luchan y desean, habla de un autor que nos ha estudiado minuciosamente y que los frutos de éstas observaciones lograron entregarnos protagonistas inolvidables, lo que eleva la calidad de su narrativa. 

En Revolución (2022), por ejemplo, aparecen tres perfiles de mujeres muy bien construidas, distintas entre sí: una humilde soldadera, una periodista norteamericana y una chica mexicana de la clase alta, todas ellas le enseñan cosas importantes sobre la vida a Martín Garret, el protagonista. 

Una teoría mía, que puede que sea errónea, es que éstas acusaciones injustas -las de machismo y sexismo- acicatearon a Pérez-Reverte a demostrar que es capaz de crear personajes femeninos fuertes, valientes e independientes que no sean la típica femme fatale del cine noir, que es lo que algunos lectores hispano y angloparlantes le cuestionan y critican en Goodreads: la "hipersexualización" o cosificación -como dicen- de las féminas que aparecen en sus novelas. Aunque considerando la generación a la que pertenece el autor, tampoco pueden pretender que escriba como alguien nacido en los '80 o en los '90. Puede caer bien o mal, pero la incorrección política y el no tener pelos en la lengua es una de las cualidades que hacen a Reverte más interesante y auténtico como escritor. "La literatura no debe ser moralizante", diría mi profesor de didáctica de la facultad. Me adhiero a esa postura. 

Juzgar con los ojos del presente un libro que fue escrito y publicado hace treinta años no me parece una idea muy razonable que digamos. Aunque si me dan a elegir, yo también prefiero a sus últimas heroínas que a todas las que aparecen en El Club Dumas, por una cuestión de afinidad. Una de las ventajas de haber leído gran parte de la bibliografía de Arturo es poder identificar estos cambios, rastrear y encontrar las diferencias entre sus primeras obras -las de fines de los ochenta y los noventa- y las que publicó en el nuevo milenio, hasta las más recientes. Inclusive, las escenas eróticas de sus últimos libros son mucho mejores -y más realistas- que las de los primeros, lo cual nos indica que el autor alcanzó una madurez en la escritura y una evolución increíble en cuanto a la creación de personajes femeninos que puedo percibir desde algunos fragmentos brillantes de La carta esférica en adelante y que también se notan en La Reina del Sur y El tango de la guardia vieja, ni hablar de El pintor de batallas, que es su mejor novela.

Curiosamente, mis heroínas revertianas favoritas suelen ser las que son andróginas y hasta "poco femeninas" (como Eva de Falcó), duras y valientes, las que se enfrentan a situaciones más extremas. O las que se mueven en un mundo de hombres, como la narcotraficante Teresa Mendoza, Diana Palmer, -corresponsal de guerra en la Revolución mexicana- Eva Neretva, espía  soviética y Olvido Ferrara, que si bien era una modelo y "chica guapa que salía en las revistas", abandona ese mundo frívolo y superficial para pisar cristales rotos en las guerras con su amado pintor de batallas y hasta decide dejarlo cuando no lo quiere más, decisión que termina costándole la vida. Son aquellas mujeres que más allá de provocar atractivo sexual en los protagonistas -algo que es comprensible y natural en la vida, no hay porqué ponerse puritanos ni escandalizarse- tienen ciertas cualidades de las que las "mujeres florero" carecen. 

Creo que estos personajes femeninos que acabo de mencionar son algunos de los que desmienten que el autor sea un machista empedernido -como lo acusan algunos sectores del feminismo más radicalizado-. Se nota que no han leído ni una sola novela suya. O varias. Me ha tocado en alguna ocasión defender sus novelas y personajes femeninos en clubes de lectura "victorianos y feministas" donde se le tenía ojeriza por su posición sobre el lenguaje inclusivo, entre otras cuestiones. Era la época en la que había salido a la venta la trilogía de "Falcó"  y yo había quedado deslumbrada y admirada de la heroína literaria de esta novela. Recuerdo que llevé éste artículo  y se los leí en voz alta a mis antiguas compañeras del club, que me miraban con cara de pocos amigos y rogando que me callara o marchara de allí. Fue uno de los momentos más divertidos de mi época de estudiante universitaria. 

Un "escritor machista" jamás hubiera creado protagonistas tan poderosas y fuertes como Eva Neretva o Teresa Mendoza, que se juegan la vida por sus ideales o lealtades. Que luchan en un mundo de hombres sin retaguardia y que saben que el precio que van a pagar-  y que ambas terminan pagando- va a ser alto, pero deciden actuar igual, a pesar de todos los peligros que enfrentan.   


*Uno de los pocos casos en los que noto ésta aguda capacidad de percepción e indagación sobre la psicología y el comportamiento femenino ante situaciones de violencia sexual es la novela "Tess, la de los de Urberville" de Thomas Hardy.



                                Sobre héroes y heroínas literarios


Respecto a El italiano, no quiero dar demasiados adelantos sobre el final de la historia, solo agregar que me parece una de sus mejores novelas, por la ternura y crudeza de la historia de amor de sus protagonistas, por la exhaustiva documentación histórica que es utilizada de manera precisa y eficaz, por la calidad de las escenas de las incursiones de los buzos italianos en Gibraltar, por la caracterización de los dos bandos enfrentados en guerra... De lo que sí estoy convencida, es que Pérez-Reverte cada vez escribe mejor. No sólo es una novela bien documentada, sino que los personajes son muy sólidos, muy verosímiles y que está rodeada de un ambiente amenazante pero fascinante a la vez, la época de la Segunda Guerra Mundial es ideal para contar una historia de amor como ésta. 

Además, uno de los motivos por los que esta novela me conmovió tanto es su protagonista masculino, Teseo Lombardo, porque encarna las virtudes que suelen atraerme de los hombres: es valiente, fuerte, leal a sus amigos, varonil, atractivo -guapo, hermoso, hay que decirlo😂-, respetuoso y callado, no habla demasiado. No es un hombre culto, en la novela no se lo ve leyendo libros, pero tiene talento para trabajar con las manos fabricando góndolas en su Venecia natal...  De todos los personajes masculinos que he leído en sus novelas, éste es el que más me llegó al corazón. Tal vez porque lo proyecto en hombres que he conocido. 

En fin, si tendría que hacer un ranking con las mejores novelas de Arturo, El italiano entraría en los primeros lugares, junto a La Reina del Sur, El pintor de batallas, El maestro de esgrima, La tabla de Flandes... y las del Capitán Alatriste. Si bien he leído más de una veintena de novelas suyas, tengo mis preferidas. 

Recomiendo El italiano porque es una historia preciosa y bien narrada de hombres y mujeres valientes que en tiempos convulsionados lucharon por sus ideales, en el caso de Elena, ella no luchó ni por Italia, ni por España, sino que su patria era ese hombre que salió inconsciente del mar y al que amaba tanto que no dudó en arriesgar su vida para ayudarlo, al que su mirada de mujer sabia, culta e inteligente, transformó en héroe. 






Nota al pie:

No era mi intención escribir una reseña tan extensa, pero como alguna vez dijo el autor español "Uno nunca queda libre de la caza que practica"..... y mi caza son los libros, a fin de cuentas, me entrenaron para eso durante años.  

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