Fui a la Feria del Libro de Buenos Aires a ver al amor de mi vida




Éste sábado, el 26/4, el escritor español Arturo Pérez-Reverte presentó su nueva novela, "La isla de la Mujer Dormida"  en la Feria Internacional del Libro de Buenos Aires. Y allí fui yo, a ver al amor de mi vida -platónico, por supuesto, no sean malpensados 😁-. Aún así, en otra vida (ya sé que tiene edad para ser mi padre) si hay un hombre con el cual me hubiera encantado tener un romance, es con éste escritor. Y no era la única mujer que pensaba así en ésa sala de La Rural. 

Mientras hacía la fila para la firma del libro, tras la presentación, otras mujeres me comentaban: "¡Pero qué hermoso que es, qué guapo!" (...) "Tiene 73 años y se mantiene re bien" (...) "Qué elegante que es, qué inteligente". (....) Lo que hace atractivo a Arturo Pérez-Reverte más allá de su físico y de su indumentaria, es su personalidad, su inteligencia, su sentido del humor. Reverte tiene chispa. La lucidez que tiene a sus 73 años es admirable, no es un "abuelo que se quedó encerrado en una torre", sino que sabe mirar el mundo actual y está muy atento a los cambios que se produjeron en el siglo XXI. 


Sólo somos unas chicas: las lectoras que nos quedamos embelesadas por la belleza de éste hombre 


El periodista que presentó a Pérez-Reverte fue el escritor argentino Jorge Fernández Díaz, quien trabaja en el diario La Nación y en Radio Mitre. 



Éramos más de 100 personas en la fila para firmar, que la hice junto a otros lectores: una turista de Nicaragua muy simpática, un muchacho rubio desconocido y una maestra que vino desde San Nicolás -una ciudad que está a más de 200km de Buenos Aires- para ver por primera vez al autor español. Una mujer encantadora  y muy amable, que estaba detrás mío en la fila, con la cual hablamos de muchos temas, mientras esperábamos: nuestra admiración por escritoras como Rosa Montero y Gioconda Belli, el precio elevado de los libros -para lo que son nuestros salarios, que son bajos-, entre otras cuestiones literarias. Me contó que se hizo lectora de Pérez-Reverte cuando lo escuchó decir en una entrevista que "los maestros eran hombres buenos". Me dijo que los docentes hace años que están muy desvalorizados y que le gustó que él los reivindicara. Era la primera vez que ella -no recuerdo su nombre, tengo mala memoria para los nombres- asistía a una presentación suya y que tenía la posibilidad de verlo en vivo y en directo. Me preguntaba, con dudas: "¿Le puedo decir lo hermoso, lo guapo que es?". Y yo le contesté, divertida:

"Decíselo. Se va a poner contento. Mirale los ojos. Tiene unos ojazos verdes hermosos. El día que lo vi por primera vez en persona me quedé mirándolo embobada, embelesada, de lo lindo que es." 

Y es verdad. Arturo Pérez-Reverte, en vivo y en directo, es mucho más lindo, guapo, que en las fotografías. Con 73 años y todo. La vejez no le quita el encanto. No sólo es el porte, la elegancia que tiene para vestirse, sino que su mirada, tan aguda y penetrante y su sonrisa auténtica, son cautivadoras. "Tiene una sonrisa feliz", me dijo la maestra. "Tiene la sonrisa más hermosa que vi en mi vida", rematé yo. 

Mis queridos lectores, yo puedo ser una reseñista gruñona, pero cuanto tengo enfrente a éste hombre, les confieso que me derrito por dentro. Me puede. Me pongo como una señorita dulce como la seda. El amor, el cariño que le tengo a Reverte es muy parecido al que siento por Tarja Turunen. Porque es un artista que, con su obra, me llegó al corazón. 

Arturo me firmó el libro y le dije que la novela es hermosa, porque lo creo de verdad. Lo expresé de manera sincera. Para mí, está más que aprobada. Ha superado la prueba, como les digo a mis alumnos. La isla de la Mujer Dormida me gustó muchísimo y es uno de mis libros favoritos suyos. Es una novela muy conmovedora, emotiva, tierna, dolorosa. A la baronesa Lena Katelios la pongo al lado de Teresa Mendoza y Olvido Ferrara, las heroínas literarias más grandes de su extensa bibliografía. Porque en cuanto a complejidad y construcción psicológica, es uno de sus personajes femeninos más logrados. No me salieron las palabras para decirle "gracias por escribir una novela tan hermosa", porque estaba un poco turbada por su presencia. No es fácil tenerlo enfrente. 

Tener a éste escritor a medio metro tuyo o escucharlo hablar en la presentación del libro, para mí, fue muy emotivo. Sus libros, como ya lo conté, muchas veces, fueron analgésicos para el dolor, cuando pasaba momentos muy duros en mi vida personal. Tal vez, por eso lo quiero tanto a Reverte, aunque apenas lo vi dos veces durante cinco minutos. Un escritor que te ayuda a interpretar el mundo en el que vivimos con sus libros, es un compañero, un amigo fiel. 

Yo puedo ser dura y cruel cuando reseño, tal vez porque siento pasión por la Literatura y a mí, Pérez-Reverte, me apasiona. Me encantan sus libros, su manera de narrar historias, sus personajes, tan grises, tan humanos. A veces, en éste blog, reniego de los hombres -de los que me decepcionaron o rompieron el corazón- pero hoy voy a hablar de uno que me hizo feliz, debido a su amabilidad con los lectores -aprendé, Mariana Enriquez 😑- , por tratarlos como seres humanos y no como un número, por ser educado con ellos, respetuoso y amable. Por mostrarse auténtico y agradecido. Pérez-Reverte sabe que le debe gran parte de su éxito a sus lectores, a su público y se comporta con ellos como un verdadero profesional. Es consciente de que puede dedicarse a escribir libros a tiempo completo gracias a la gente que los compra, que lo lee, quienes hicieron su sueño posible. 

Si hubiera podido, en la firma, me habría quedado media hora mirándolo, para ver esos ojos verdes chispeantes, llenos de vida y su sonrisa radiante, como la de un adolescente, un jovencito travieso. Creo que la palabra es conmovida. Estaba conmovida de verlo. Me habría encantado darle un abrazo tan fuerte hasta dejarlo un poco estrujado, pero no fue posible.

La maestra de primaria que hizo la fila conmigo fue más valiente y le dijo a Pérez-Reverte que era guapísimo, como dicen los españoles. Ojalá yo tuviera menos pudor y se lo hubiera dicho en la cara. Y es que de verdad lo es. Pérez-Reverte no sólo es un buen escritor, sino que es un hombre muy hermoso, muy guapo, muy atractivo. Cero divo, para nada estirado. Su belleza, no proviene de la ropa que usa ni de la estética, sino del interior, de su personalidad. La calidez de su mirada, su sonrisa auténtica, es lo que lo hace especial, cautivante, para las mujeres. Tendrá sus detractores, pero con sus lectores, es un amor.

El mejor regalo de cumpleaños de éste año fue poder mirar a los ojos a éste hombre durante cinco minutos. Estrecharle la mano, hablarle. Yo, enfrente suyo, era como una fiera calmada. Hay algo en él, que me conmueve, me enternece, me llega adentro. No sé cómo explicarlo. Lo único que sé es que lo quiero y lo voy a querer toda la vida, como a Tarja Turunen, desde la primera vez que la escuché cantar en el disco de Nightwish llamado "Oceanborn". 

Lo que siento por Arturo Pérez-Reverte, es amor. Lo amo. Con todas las fuerzas de mi corazón. De una manera sana, dulce, tierna, repleta de admiración y cariño. Él dice que los lectores, son sus amigos, y yo, después de haberlo leído durante tantos años, creo que soy una amiga suya. Una amiga un poco gruñona, de carácter fuerte, que a veces escribe cosas que no son simpáticas y complacientes -mucho menos, convenientes- pero que le tiene un afecto sincero. Porque sus libros, fueron analgésicos de tinta y papel que me ayudaron a sobrellevar momentos de soledad, desesperanza y dolor, que son parte de la condición humana. 


Teresa Mendoza, la Reina del Sur.


Todas alguna vez, fuimos como Teresa Mendoza, como Lena Katelios. A todas, alguna vez, nos rompieron el corazón y sentimos la soledad en la carne, en los huesos. Y muy pocos escritores varones lograron lo que éste hombre: ponerse en la piel de las herederas de Milady de Winter y mostrar nuestras heridas. Nuestra fortaleza, pero también nuestra vulnerabilidad. 


"Una mujer lúcida, sufre mucha amargura en determinadas circunstancias" 


Ésta frase la dijo el autor, cuando Fernández Díaz, su amigo, un escritor y periodista argentino muy reconocido, lo entrevistaba en la presentación de la novela nueva. Reverte se refería a Lena Katelios, la protagonista femenina de La isla de la Mujer Dormida. "Una mujer lúcida, inteligente, que es consciente de su error, de su equivocación, al haberle entregado toda su vida a un hombre que no la amó y que la lastimó, sufre mucha amargura", le comentó al público. Dijo que Lena era una mujer con mucho dolor, que lo sufría en silencio. Se refirió a que la vida de ella ya no era más suya, sino que era parte de la de su marido, el barón Katelios. Que ella se enamoró de él, como nos enamoramos todas las mujeres -y que lo abandonó todo por seguirlo a él, por acompañarlo: trabajo, lugar de residencia, independencia económica-, que su mirada convirtió a un hombre simple y vulgar en un héroe, pero que el tiempo y la cercanía, lo resquebrajaron. Pantelis era un héroe con los pies de barro, de ser un príncipe azul, se convirtió en calabaza. Entonces, según el autor, Lena "decide vengarse del hombre que arruinó su vida, que la pervirtió (en el sexo y el amor) y vengarse de él con sus mismas armas: siéndole infiel y mostrándoselo en la cara." 

La isla de la Mujer Dormida es la historia de una mujer que se venga de su esposo. Sin embargo, la baronesa se enamora de Miguel Jordán, sentimiento que es correspondido por éste marino español. Fernández Díaz hizo una acotación muy precisa y certeza (éste hombre es un lector muy agudo): que el barón Katelios y Jordán se dan cuenta de que aman a Lena cuando la pierden. Lo cual, según Arturo, sucede a menudo en la vida real. Hombres que no valoran a la mujer con la cual tienen una relación hasta que se quedan sin ella. 


Milady de Winter, la abuela de todas las heroínas revertianas

Eva Green interpretando a Milady en la última película basada en el libro de Dumas.



Cuando le comenté a Reverte que la novela era hermosa y muy buena, dije la verdad de lo que pienso. Yo, no miento. No podría, mucho menos a él. Pocos hombres tienen la capacidad y el talento para crear a un personaje femenino tan real, tan sufrido. Éste señor, tiene lo que yo llamo "la mirada del escritor" (y él también lo dijo así en una entrevista con Jordi Wild) , una condición necesaria para crear historias de ficción. Uno puede tener un buen dominio del léxico, del vocabulario, pero si solamente se mira a sí mismo y no sabe ver al mundo, ver a las personas, a los demás, jamás va a ser un buen escritor. Eso es lo que Ángela Arcade le reprochaba a Claudia Ramírez Lomelí, entre otras cuestiones. Y eso, es un talento innato. Que se mejora con la práctica y con los años si la persona tiene condiciones para ser un escritor profesional capaz de escribir obras de calidad. 

Pero volviendo al autor español, mencionó a Milady, la "villana" de Los tres mosqueteros de Alejandro Dumas. La ve como la abuela de sus protagonistas femeninas. Porque es una mujer que lucha sola en un mundo de hombres, que es asesinada por ellos, es vencida por los mosqueteros. Pelea sola, como Teresa Mendoza, Elena Arbués, Olvido Ferrara... y Lena, entre tantas otras. Pero la baronesa Katelios, es la única de toda su bibliografía que pierde y es vencida por los hombres. Por este motivo, ella es un personaje que me conmueve tanto: porque Reverte no se enfocó en contar la historia de una mujer exitosa, triunfadora, sino que narró la de una que luchó y perdió, que fue derrotada. Arturo, lo tiene bien claro: todavía, en el siglo XXI, aunque existan el feminismo y algunos avances en la civilización occidental, vivimos en un mundo donde las reglas las hacen los hombres ("The Men Who Ruled the World", diría Shirley Manson de la banda Garbage o Taylor Swift en su canción "The Man"). 

Dicen que la felicidad en la vida, son momentos. Ayer, sábado 26/4, fui feliz. Volví conmovida y emocionada, a mi casa. Estoy muy agradecida, de haber tenido enfrente mío, a un hombre bueno. A un hombre que admiro, que respeto, que quiero y que amo, con todo mi corazón. Al único que me miró con ternura, con admiración, con cariño, en mis 31 años de vida. Con tan sólo una mirada, una sonrisa y su calidez, con brindarme su amistad, me hizo feliz. 

Te amo, Arturo. 

                                                                                                          Tu amiga y tu lectora fiel. 





Si nunca vieron a Pérez-Reverte cuando era joven, ahí lo tienen. Tenía 36 años en ése video, había publicado dos novelas y todavía era reportero. Ahí sí se le notan los ojos verdes, bellísimos. En YouTube, la que escribió en los comentarios "Hermoso e inteligente", fui yo. No pude contenerme. Qué hombre, por el amor de Dios... 💓

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