20 días en Mariúpol (Mstyslav Chernov, 2023): el documental de la guerra de Ucrania que ganó el Óscar

 






"Está aquí, bajo la piel -dijo al fin-. En nuestros genes.... Sólo las reglas artificiales, la cultura, el barniz de las sucesivas civilizaciones mantienen al hombre a raya de sí mismo. Convenciones sociales, leyes. Miedo al castigo. (...)

-Por eso sabe, como yo, que cuando el desastre devuelve al hombre al caos del que procede, todo ese civilizado barniz salta en pedazos y otra vez es lo que era, o lo que siempre ha sido: un riguroso hijo de puta.
-Sospecho que nada cambiar la naturaleza humana. O tenerla siempre a raya."



Pérez-Reverte, Arturo. El Pintor de Batallas. 2006. Pág. 112. Editorial Alfaguara



Comienzo ésta reseña con una cita de mi libro preferido de Arturo Pérez-Reverte, quien fue corresponsal de guerra durante más de 20 años y conoce de primera mano lo que es un conflicto bélico. Haciendo el mismo trabajo (por eso lo admiro tanto a mi querido y adorado Arturo, más allá de su talento como novelista. Como dirían mis jóvenes alumnos: Reverte, sos lo más 💓) que los valientes periodistas de la Associated Press que filmaron éste documental en Mariúpol, Ucrania, mientras el ejército de Vladimir Putin sitiaba ésta ciudad industrial y portuaria en el año 2022. Mariúpol, entre el 26 de febrero de ése año y el 20 de mayo, era territorio comanche en estado puro.  

Cuando me toca enseñar La Ilíada de Homero o el Cantar del Mio Cid, mis jóvenes alumnos, a veces me preguntan: "¿Profe, para qué nos va a servir saber todo esto?". Y yo les contesto: "Para comprender y asimilar el mundo en el que vivimos". La literatura no soluciona nada, pero nos ayuda a entender, nos ayuda a afrontar la realidad. Ayuda a sublimarla, dirían Freud y sus discípulos. A que no nos destroce cuando viene el iceberg con el que colisiona nuestro Titanic personal y lo hunde, como les sucedió a los ciudadanos ucranianos de Mariúpol tras la invasión rusa. 


La película francesa Las flores de Harrison (Élie Chouraqui, 2000muestra el asedio a la ciudad croata de Vukovar, durante la Guerra de los Balcanes. La esposa de un reportero de guerra desaparecido viaja hasta Croacia, a buscarlo y logra entrar en la ciudad sitiada.




Arturo Pérez-Reverte y su camarógrafo, José Luis Márquez, cubriendo el sitio de Vukovar, denominada la "Stalingrado" croata, en 1991. El equipo de TVE se quedó allí hasta poco antes de la caída de la ciudad, pudieron irse a través de unos maizales. Fueron los únicos reporteros que permanecieron allí, en medio de los bombardeos. Al caer la ciudad, el ejército Yugoslavo y los chetniks, no tuvieron piedad con la población local. Masacraron civiles a mansalva y todavía hay desaparecidos, a quienes enterraron en fosas comunes. 


Siempre les digo lo mismo a mis jóvenes estudiantes: lo que leímos en la Ilíada, la guerra de Troya, volvió a suceder. Con otras armas, con otras tecnologías, pero la historia, lamentablemente, volvió a repetirse. O cuando el Cid Campeador sitió Valencia en la Edad Media y mi alumno más brillante, me preguntó: 

-"¿Profe, se siguieron sitiando ciudades en las guerras, en la época moderna?".

 "Sí, claro que sí -respondí yo. -Con otras armas, con tanques, cañones, drones... Pero se siguió haciendo. Leningrado, en la Segunda Guerra Mundial., por ejemplo. Los alemanes la sitiaron y los ciudadanos rusos, se morían de frío, de hambre. O Sarajevo, Bosnia, entre 1992 y 1996, que fue el sitio más largo de la historia moderna -los alumnos varones me miraban y escuchaban atentamente, lo que no siempre sucede-. Los ciudadanos quemaban árboles, quemaban libros, para calentarse, no había electricidad, agua, gas, nada. Bombardeos y francotiradores todos los días. Sobrevivieron gracias a un túnel subterráneo que transportaba alimentos a la ciudad. Nadie entraba, nadie salía. Y hace poco, volvió a ocurrir. En Mariúpol, Ucrania. Lo vieron en la tele, en el noticiero. El ejército de Putin lo hace ahora, sitiar ciudades ucranianas. Es una táctica de guerra."

-¿Y en Sarajevo tampoco había Internet? - preguntaron.

-En los noventa, no existía el Internet. Pero en Mariúpol, hace dos años, los rusos sí cortaron el teléfono y el Internet. Para aislar a los ciudadanos y que no se enteren lo que estaba ocurriendo en el resto del país.- contesté.



Zona residencial de Mariúpol, bombardeada por el ejército de Vladimir Putin. 


Curiosamente, mis alumnos estaban más horrorizados cuando se imaginaron lo que debe ser quedarse sin Internet, que quedarse sin luz, agua o alimentos. No dimensionan lo que es vivir en un país en guerra. Es que la mayoría de los que no lo vivieron, no lo comprenden. Yo he visto muchas películas bélicas, inclusive de épocas más contemporáneas -las de Kathryn Bigelow sobre las guerras de Irak y Afganistán, por ejemplo- , me daba una idea de cómo eran, pero nunca, nunca, había visto una guerra filmada en vivo y en directo, en formato documental, por reporteros. 

Sí he visto crónicas breves en YouTube sobre la Guerra de los Balcanes -las de Reverte para TVE, y algunos periodistas anglosajones, como Martin Bell, Ed Vulliamy o Christiane Amanpour, por ejemplo- pero hoy en día, es difícil acceder a éste material en Internet, muchas veces es censurado por contener "imágenes muy duras o sensibles". Ya saben: muertos, sangre, edificios destruidos, cadáveres en la morgue de los hospitales... Y todo eso, no lo provoca la naturaleza, sino, como bien dicen Andrés Faulques e Ivo Markovic en la novela El Pintor de Batallas, sino, el ser humano. El hombre, provisto de armas, poder y dinero, o ambición, es el que causa el horror. 

El círculo perfecto (Ademir Kenovic, 2001) una película bosnia ambientada durante el sitio de Sarajevo, el más largo de la historia moderna. 

Valiente como él solo, Pérez-Reverte. Iba a las trincheras y a la línea de fuego junto a los soldados del bando croata. La fotografía es en Vukovar, la ciudad donde está ambientada la película Las flores de Harrison.

Gervasio Sánchez, fotoperiodista español que también cubrió el sitio de Sarajevo en los noventa y el de Vukovar. Un reportero brillante y valiente, autor de la famosa fotografía de la biblioteca incendiada de Sarajevo. En la Guerra de los Balcanes, murieron más de 50 periodistas extranjeros que estaban cubriendo éste conflicto bélico, ya sea en Sarajevo durante el sitio o en otras ciudades bosnias.


20 días en Mariúpol: la reseña. 

Advertencia a los lectores: los que sean demasiado susceptibles, no sigan leyendo. Es cruda, porque el documental, así lo es. 




Éste documental ganó el Premio Óscar en su categoría, está disponible en Netflix y Amazon Prime Video. Fue filmado por tres reporteros de guerra, ucranianos, de la agencia Associated Press, quienes fueron los únicos periodistas en cubrir el asedio ruso a la ciudad de Mariúpol -entre febrero y marzo del 2022-. En ningún momento muestran sus caras, sólo oímos sus voces, ellos filmaron todo lo que pudieron en la ciudad y a sus habitantes, y cómo en dos semanas, la vida de éstos ciudadanos se convirtió en un infierno. Cuando uno termina de verlo, se te queda el corazón estrujado, hecho pedazos. Tanto dolor, tanto sufrimiento, porque a un nacionalista fanático se le ocurrió revivir la Unión Soviética, sin pensar que estaba arrasando vidas, familias, personas que tenían un futuro por delante. 

Uno de los reporteros que narra el documental, afirma que las guerras comienzan con el silencio, no con explosiones. El día que se confirma la invasión rusa de Ucrania, los periodistas le dicen a los civiles que "se queden en sus casas, porque los rusos no iban a bombardearlas". Se equivocaron. Lo primero que hizo el ejército de Putin fue bombardear las zonas residenciales con bombas y misiles, además de los edificios importantes: las universidades, la estación de bomberos, los centros comerciales, los mercados...

Lo más triste de la guerra, en mi humilde opinión como espectadora ajena de éste documental, es el rostro de tristeza y desolación de los niños, que le dicen a los reporteros: "¿Por qué nos están haciendo esto?" y las madres de los pequeños, desesperadas, aterrorizadas, afirmando que no había manera de escapar de aquel infierno. Otra imagen que me impactó fue la del anciano, que caminaba por la calle porque su casa había sido destruida por las bombas, desesperado, sin importarle que los aviones de guerra rusos sobrevolaran por su cabeza... 

Una mujer ucraniana con su bebé, en la Mariúpol asediada. 


20 días en Mariúpol nos muestra al horror en estado puro. Un médico ucraniano, que atendía a los heridos, le dice a uno de los periodistas, que en la guerra, se ve al ser humano en estado puro, que el que es bueno se comporta como lo que es, sale a flote su verdadero ser y el que es malo, empeora tras atravesar ésta situación límite.

Con las primeras bombas rusas cayendo sobre Mariúpol, los civiles heridos comienzan a llegar a los hospitales, los reporteros de AP ingresan al quirófano, a pedido de los médicos ucranianos. Allí los filmaron, llorando de tristeza cuando no pudieron salvar a una niña de 4 años, que fue herida de un bombardeo, a un chico de 16 años, que jugaba al fútbol en la calle con sus amigos, perdió las dos piernas y murió desangrado y a varios niños muertos (hasta un bebé de 18 meses) alcanzados por la artillería rusa. 

Los reporteros no escatiman en mostrar éstas escenas de horror y destrucción: uno puede ver la camilla llena de sangre, del adolescente fallecido y a su familia, llorando. "Filmen esto, para que Putin lo vea", dice furioso, uno de los médicos. "Filmen a los médicos llorando porque no pudieron salvar a una niña de cuatro años de las bombas rusas". Y los reporteros, lo hacen. Porque por más crudo que sea, el mundo tiene que saber lo que está pasando en Ucrania. 

Los héroes, en ésta contienda, para mí son los médicos, trabajando sin analgésicos, sin medicinas, luz, gas, electricidad, porque lo primero que hizo el ejército ruso es cortar los suministros eléctricos de la ciudad. Derribaron las torres de teléfono, de televisión, Internet, para aislar a los ciudadanos de Mariúpol. Esto, ya lo he visto antes, pensé yo. En películas, porque para ese entonces, no había nacido. Sarajevo, Vukovar, Mostar. Bosnia- Herzegovina, la última guerra importante en tierra europea. La historia, casi treinta años después, se repite. Y en Europa, lo más curioso.

Un médico, lleva a los periodistas al sótano del hospital y les muestra los cadáveres de civiles. Entre ellos, el de un bebé muy pequeño. "Uno se acostumbra a todo, pero éstas imágenes, se me quedan grabadas en la cabeza, antes de dormir", dice el doctor. "Hay lugares, de donde ya no se puede volver", afirma Andrés Faulques en El Pintor de Batallas y comparto. Éste médico ucraniano deberá lidiar con estos recuerdos por el resto de su vida. Fantasmas que lo visitarán por las noches, perturbándole el sueño.


Los soldados ucranianos intentaban contener a los civiles y mantener el orden. 


Mientras el ejército de Putin continúa atacando a la ciudad, las mujeres, los niños y los ancianos -los que no pueden combatir en el ejército ucraniano- se van a los refugios improvisados, desesperados. La gente empieza a perder el control: los periodistas filman a adolescentes robando electrodomésticos, a una mujer a la que le habían asaltado el negocio, a vecinos peleándose por comida, que escaseaba... El caos comienza a reinar. 


El bombardeo a la maternidad: las imágenes que dieron la vuelta al mundo


"Durante 20 días, vivimos con los trabajadores sanitarios en el sótano del hospital y en refugios con ciudadanos de a pie, intentado mostrar el miedo con el que vivían los ucranianos"

Evgeniy Maloletka.





En el documental, los reporteros de Associated Press nos muestran el terror, la desesperación de los habitantes de Mariúpol al ser invadidos, atacados, al ver sus casas destruidas, no había lugar seguro en ningún lado, porque las tropas de Putin cometieron crímenes de guerra, como el bombardeo a la maternidad de Mariúpol. Ese video, ésas imágenes, dieron la vuelta al mundo. Lo recordaba porque lo vi en el noticiero, en la televisión, cuando ocurrió: una mujer embarazada, a punto de parir, sacada en camilla por los médicos de emergencias, en medio del hospital destruido por las bombas. Esa imagen me destrozó el corazón. 



Se llamaba Irina Kalinina, tenía 32 años. 9 de marzo de 2022. Fotografía: Evgeniy Maloletka. Ésta imagen, símbolo de la guerra de Ucrania, ganó el World Press Photo 2023. 

¿Cómo es posible que un político sin escrúpulos, un mentiroso, un sociópata, sea capaz de semejante bestialidad?, me preguntaba. De atacar mujeres y niños, bebés, inocentes, indefensos. Cuando veo escenas como ésta, siento asco del ser humano. Del nacionalismo, de lo que es capaz de hacer un hombre con tal de plantar una bandera en un territorio ajeno, del horror que provoca por el simple capricho de demostrar su poder. 

Los reporteros, autores de las imágenes de la maternidad, buscaron y encontraron a la médica que atendió a la mujer embarazada herida. Se llamaba Iryna, tenía 32 años y falleció, al igual que su bebé, al que los doctores no pudieron salvar. El ejército de Putin no respeta nada, ni siquiera a las mujeres, a los niños, a los ancianos. Las imágenes de los ciudadanos enterrando a los muertos en fosas comunes, a las afueras de la ciudad, son desgarradoras. Excepto por los teléfonos celulares, los autos nuevos, el Internet y  la tecnología actual, el sitio de Mariúpol me recordó mucho al de Sarajevo, al que he visto en fotografías de quienes lo cubrieron -como las de Corinne Dufka y Gervasio Sánchez- en documentales y en películas (El círculo perfecto, Las flores de Harrison, Bienvenidos a Sarajevo, Territorio Comanche, Volver a nacer -la de Penélope Cruz-, En tierra de sangre y miel, etc ). No sé si es porque son eslavos, son blancos, algunos rubios. Pero la Guerra de Ucrania, me recuerda a la de los Balcanes. 

----ALERTA: SPOILERS---


Vladimir, el policía que ayudó a los reporteros


Los reporteros, enviaban el material que filmaban -imágenes y videos, por teléfono satelital, la única manera de contactarse con sus editores. Se hicieron amigos de Vladimir, un policía ucraniano, que les ayudó a conseguir señal de Internet en el único lugar donde había en la ciudad, les agradecía que le mostraran al mundo lo que el ejército ruso le estaba haciendo a Mariúpol. Sin embargo, como se puede ver en el libro de Pérez-Reverte - y en su adaptación cinematográfica- Territorio Comanche (Alfaguara, 1994), había algunos civiles que se enojaban y no querían que los grabaran ni que los entrevistaran. 

A medida que pasaba el tiempo dentro de la ciudad sitiada, la gente se desesperaba y perdía el control, porque el mundo que conocían, había sido atacado y destrozado, Mariúpol era el Titanic hundiéndose: autos quemados, casas y edificios destruidos, humo por todas partes, ruidos de detonaciones de bombardeos gente corriendo a refugiarse en los sótanos, porque no había refugios antiaéreos. Los soldados ucranianos, poco podían hacer frente a los tanques y aviones rusos, que atacaban sin piedad la ciudad. 


Los periodistas, atrapados en el hospital 


El espectador del documental comienza a tensionarse, porque los tres periodistas de la Associated Press  quedan atrapados en un hospital, cuando el ejército de Putin empieza a cercar la zona donde se encontraban, porque ya habían tomado parte de la ciudad. Antes de que los rusos lleguen al hospital, Vladimir, el policía, y los médicos hacen lo imposible para salvar a los reporteros y evacuarlos antes de que caiga la ciudad. Eran los únicos testigos que habían documentado aquel horror. Llaman a una unidad de élite militar ucraniana, que los rescata y los lleva a la zona de Mariúpol que todavía estaba en su poder. 
Los ucranianos, agradecidos con los periodistas, querían poner a salvo de los rusos a éstos hombres valientes que les habían mostrado al mundo la situación terrible que sufría su ciudad. En un convoy de la Cruz Roja, logran abandonar Mariúpol, con sus cámaras y su material intacto.

La valentía y el profesionalismo de los reporteros de guerra

Chernov, nacido en Ucrania, es el productor del documental. 

Cuando uno escucha la voz del narrador, del reportero de la Associated Press, a pesar de la frialdad y el profesionalismo que debe mantener en su trabajo, se nota que está muy afectado por todas las imágenes que presenció en Mariúpol. Cuando ve niños muertos en los bombardeos, comenta que recuerda a sus hijas pequeñas, que podrían haber sido ellas las víctimas, si vivieran allí. Entonces, uno se da cuenta de que hay que ser muy valiente para realizar ese trabajo, porque los periodistas, también arriesgaban sus vidas al filmar en la calle, desprotegidos, en medio de los bombardeos. Gracias a ellos, el mundo pudo conocer las atrocidades que cometió Putin en Ucrania, los crímenes de guerra contra los civiles. Los reporteros, al final, se preguntaban: ¿Sirve de algo nuestro trabajo? ¿Alguien, la comunidad internacional, detendrá todo esto?

Mariúpol cayó en mayo de 2022 y hasta el día de hoy, los rusos gobiernan esta ciudad portuaria, clave en esta espantosa guerra. No tenemos idea de qué habrá sido de todos los civiles que quedaban allí, pero no creo que lo estén pasando bien. 


----- FIN DE LOS SPOILERS---



"Han aprendido en sus propias carnes la lección de la relatividad de las cosas. Porque las cosas son relativas " 


Fotografía: Gervasio Sánchez. Un civil muerto en el sitio de Sarajevo, al que alude Igor, el personaje de la novela de Dubravka. Meliha, la alumna mencionada, era bosnia y había vivido en esa ciudad durante el asedio. Seguramente éste personaje fue inspirado por alguna alumna refugiada que la autora tuvo cuando daba clases de serbocroata en la Universidad de Ámsterdam. Ugrešić fue docente de muchos jóvenes yugoslavos exiliados tras las Guerras de los Balcanes. Ellos, en parte, inspiraron su novela El Ministerio del Dolor.



"Ay compañera... Es una fierecilla arrogante. Todavía se cree alguien. Sabe de sobra que está en un apuro, pero todavía cree que no es muy grave. Todavía se cree que tiene un estatus, cuenta con sus bienes; con su marido, aunque se le haya largado a Japón, aún cuenta con su piso, aunque en él vivan otras personas; con sus libros, aunque ya no sean suyos; con su doctorado, aunque tenerlo sea igual que no tenerlo. En un rinconcito de su cerebro todavía cuenta con poder rehacer la vida tal como era. Lo que le ha sucedido hasta ahora no ha sido más que una pequeña excursión. (...) 

"¿Se le ha ocurrido pensar alguna vez que sus alumnos son mejores que usted, mejores personas? ¿Se le ha ocurrido que algunos de sus alumnos saben más, sólo que ellos, a diferencia de usted, han pasado por la escuela de la humillación y por eso no se hacen los importantes? Han aprendido en sus propias carnes la lección acerca de la relatividad de las cosas. Porque las cosas son relativas. Las distancias, hasta ayer mismo, se medían en centímetros. Podía haberle caído una granada, por casualidad no ha sido así. Como es natural, se ha compadecido de los que han sufrido la explosión directamente. Sin embargo, en un escondrijo de su cerebro piensa, aunque jamás lo reconocería, que la granada ha escogido dónde caer. Y si ha elegido, es que tiene que haber una fucking razón para ello. Algo le impide enlazar las cosas, comprender que sólo por ese pequeño error es nuestra profesora. Podría haber sido lo contrario. Podría haber sido una refugiada sentada en el pupitre y Meliha podría haber sido su profesora. Esa granada nos ha reducido a todos a una mierda humana, pero usted, de algún modo, sigue pensando que es menos mierda. Se ha aferrado a una pequeña ventaja momentánea como a la ley de Dios..." 

 Dubravka Ugrešić, El Ministerio del Dolor, (2004) Anagrama, págs. 140 y 141. 



"20 días en Mariúpol" es lo más cerca que he visto de una guerra, un documental que más allá de su valor histórico, nos ayuda a ver que el mundo en el que vivimos, con facilidad puede caerse a pedazos, en poco tiempo podemos perder todas las comodidades que adquirimos en el siglo XXI. ¿De qué te sirve tener WiFi, computadoras, teléfonos móviles, automóviles nuevos, cuando un chalado peligroso decide invadir tu país y ni siquiera todo ese confort, toda esa tecnología, puede salvarte de las bombas y los misiles, de los tanques

Los ciudadanos ucranianos de Mariúpol, en dos semanas, perdieron todo: sus casas, sus trabajos, su libertad, seguridad, sus familiares...
Como diría Dubravka en su novela, a través del personaje de Igor: "Las cosas, son relativas". La cito a ella, porque, fue una escritora yugoslava -así se definía ella- que vivió la desintegración de su país, y en sus novelas, describe muy bien el sentimiento de los exiliados que lo perdieron todo a causa de la guerra. 

El método utilizado por el ejército ruso me recordó al sitio de Sarajevo, sólo que los bosnios resistieron más. Es lo mismo: sitiar una ciudad, bombardear civiles, cortar el agua, el gas, la luz, el Internet, para minar el autoestima de los civiles y su moral. Para menoscabarlos psicológicamente y provocarles miedo, terror, desesperación. 

Basada en la novela de Margaret Mazzantini, está ambientada en el sitio de Sarajevo. Diego, un fotógrafo italiano que por casualidad termina siendo reportero de guerra, sufre estrés postraumático tras cubrir parte del asedio de ésta ciudad. Penélope Cruz, para mí, realizó uno de los mejores papeles de su carrera en ésta película. Tengo el libro de Mazzantini y es doloroso, pero hermoso. 


Ver éste documental no fue lo mismo que mirar una película bélica. Porque en el cine, uno sabe que está viendo ficción, más allá de la representación de hechos reales, históricos. Aquí no, éstos tres valientes reporteros nos mostraron la guerra de Ucrania en vivo y en directo. Y dan ganas de abrazarlos, de consolarlos, por todo el dolor y el sufrimiento que sienten al ver padecer al pueblo ucraniano. Por su coraje, por arriesgar sus vidas para mostrarle al mundo lo que está sucediendo. Por atreverse a entrar en una ciudad sitiada, donde nadie más quería ir. 

Recomiendo éste documental no porque sea bonito ver filmaciones de niños moribundos en un quirófano de hospital, fosas comunes de civiles, edificios y casas destruidas o personas llorando porque les mataron a sus hijos, sino porque nos hace darnos cuenta de lo superficiales que somos a veces, como seres humanos.... De las tonterías de las que nos preocupamos, de que si el WhatsApp, el Instagram, el Tik Tok, que si nos compramos un celular nuevo, una ropa, nos vamos a las discotecas o de vacaciones para presumir y mostrarlo todo en nuestras redes sociales.... De las pavadas a las que le damos importancia, cuando hay gente en el mundo que la está pasando mal de verdad, que vive en el infierno por culpa de un desgraciado al que con tal de obtener más poder, no le importa atacar y asesinar a mujeres embarazadas, a niños y a adolescentes. No le importa hacer pedazos una ciudad y destrozarlo todo a su paso. 

"¿Para qué sirve leer a Homero?", me preguntaba mi alumno. No sirve para detener una guerra, pero sí para comprender, que el hombre ha creado sus propias troyas y que lo que estamos viendo ahora por televisión, ocurrió siempre y seguirá sucediendo. Porque está en la naturaleza del ser humano: agredir al otro, atacarlo, para obtener un beneficio, ya sea territorial o económico. Lo dijo Pérez-Reverte en El Pintor de Batallas y lo afirmó Sigmund Freud en El malestar en la cultura. ¿Qué es lo que mantiene al hombre a raya de sí mismo?: convenciones sociales, miedo al castigo. 

Vean lo que sucede en éste documental y comprueben con sus propios ojos, lo que provoca el hombre cuando transgrede las leyes y se comporta con total impunidad. Es durísimo, pero vale la pena. De ahí a que lo recomiende a los que tengan estómago para digerir todas ésas imágenes, que no solucionan el problema, pero nos ayudan a entender, las extrañas reglas del mundo cruel, peligroso, en el que vivimos. 


"Ojalá nunca hubiera tenido que hacer esta película [...] No puedo cambiar la historia [...] No puedo cambiar el pasado. Pero todos nosotros juntos... entre ustedes, algunas de las personas más talentosas del mundo, podemos garantizar que la historia se registre correctamente y que la verdad prevalezca y que el pueblo de Mariupol y aquellos que sacrificaron sus vidas nunca sean olvidados”.


Mstyslav Chernov, al recibir el Óscar



Los periodistas de la Associated Press que cubrieron el sitio de Mariúpol son:


Mytyslav Chernov - reportero, narrador
Evgeniy Maloletka - fotografía
Vasilisa Stepanenko - productora de campo



Dirección:
Mstyslav Chernov

Producción
Mstyslav Chernov
Raney Aronson-Rath
Michelle Mizner

Música
Jordan Dykstra

Fotografía
Mstyslav Chernov
Evgeniy Maloletka

Montaje
Michelle Mizner


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