Elogio de la ética profesional
Mis lectores saben que soy una defensora de la ética profesional en cuanto a reseñas (musicales, literarias, etc) se refiere, que me gusta mucho el tenis y también, escuchar a las personas que saben del tema para aprender, porque el deporte, no es mi especialidad. El otro día estaba escuchando una entrevista en YouTube a un reconocido periodista deportivo argentino, especializado en tenis, veterano (80 años, 40 de carrera), ya jubilado y me acordé de la bronca que tenía el otro día, cuando escribí y publiqué el artículo/post (como quieran llamarle) "Carta al fanboy enfurecido", en el que defendí mi libertad de expresión a la hora de reseñar libros y discos.
Lo que me interesa no es redactar el impresionante currículum del reportero de tenis veterano, que lloró cuando relató para la radio el triunfo de Federico Delbonis ante Ivo Karlovic en la final de la Copa Davis 2016, en Zagreb, en la que Argentina salió campeón del mundo (y cumplió su promesa de cruzar la cancha del Zagreb Arena de rodillas, con 71 años, porque Argentina ganó la final), sino comentarles porqué me gusta como periodista, porqué le tengo respeto y admiración.
Éste señor contó, en varias entrevistas, que estuvo peleado con tres jugadores argentinos de tenis muy importantes. Él sostiene que no era "amigo de los jugadores" y defiende la honestidad profesional ante todo. Les aconsejaba a sus alumnos, en la escuela de periodismo -ahora da conferencias solamente- de una universidad porteña, que no sean "periodistas cholulos*", que no mendiguen notas o entrevistas y que lo más importante es decir lo que piensan, no adular a los deportistas. Lo más relevante, para él, es mantener la ética profesional, que la gente no tiene que estudiar ésta carrera para hacerse famosa, que una cosa es ser reconocido en su profesión, pero el objetivo de su trabajo no es ser parte de la farándula. En la entrevista que le hicieron, menciona que algunos "colegas alcahuetes" adulan a los jugadores de manera excesiva porque quieren ser sus amigos (o colgarse de su fama) y que éstos, mientras los elogien, los van a tratar bien. Pero en cuanto los critiquen, van a pasar a ser sus enemigos.
El periodista veterano que cubrió muchísimos torneos de tenis alrededor del mundo y "acompañaba", por así decirlo, a los tenistas del circuito de la ATP, dijo que ellos desprecian a los periodistas cholulos (porque los escuchó hablar de esto), que a él lo respetaban porque era serio y que no se metía en la vida privada de los tenistas, porque no le gustaba que lo hicieran con la suya. Que eso se lo dejaran a los periodistas de espectáculo, de chimentos.
El elevado precio que se paga por ser un periodista honesto
Mantener la ética profesional no es nada fácil en determinados ámbitos. Yo admiro a éste hombre (aunque alguna vez haya criticado a mi tenista favorito, al que estuvo dos años sin hablarle por motivos más que válidos) porque es honesto, no busca colgarse de la fama de los demás. Pagó cara su honestidad profesional. Hubo dos jugadores argentinos famosísimos que intentaron que lo echaran de los medios donde trabajaba.
A uno (que lo conocía desde niño y hasta había jugado partidos con él de joven), lo criticó porque perdió un partido con otro tenista, del segundo -un rubio cordobés al que el veterano calificó de "soberbio, sobrador, canchero y maleducado"- dijo que era una vergüenza que un Top Ten no estuviera en forma física adecuada para competir en torneos y que no se entrenara como correspondía. Los dos jugadores, ambos Top Ten y grandes campeones, enojados por las críticas, llamaron a la radio, al periódico donde el periodista trabajaba para pedir que lo echaran de su trabajo. El segundo, llamó al productor del canal Fox Sports con la misma intención, pero no tuvo suerte.
"Todos son buenos hasta que dejan de serlo", afirmó el hombre, refiriéndose a las represalias de algunos jugadores por sus críticas. Debo mencionar que el periodista veterano arregló sus diferencias y se reconcilió con los jugadores -con uno, famosísimo y un crack del tenis, no se habló por 20 años-. El tercero, uno que es de Tandil y yo nombro mucho por éstos lares, le pidió disculpas por dejarlo colgado en una entrevista para la televisión ("Tuvo esa grandeza, de reconocer que estuvo mal y pedirme disculpas. Le pedí una raqueta de regalo y como no tenía de más, me regaló sus zapatillas firmadas", dijo el corresponsal de tenis), apenado porque ya no iba a sus conferencias de prensa.
Como verán, éste reportero, corresponsal de tenis, no tiene pelos en la lengua. Y les comento algo, aunque hubiera criticado con argumentos a Juan Martín (a quien yo amo con todo mi corazón y mi lealtad está con él, ustedes ya lo saben) yo lo respetaría igual porque el hombre estaba haciendo su trabajo de manera honesta, profesional. No era personal contra Del Potro ni los demás tenistas.
Es más fácil y más conveniente ser periodista adulador, un cholulo y colgarte de la fama de tus entrevistados, que ser honesto en tu trabajo y tener una ética periodística. Cuando le dieron el Martín Fierro de Radio, el veterano corresponsal de tenis se lo dedicó a su esposa fallecida, con la cual estuvo casado 50 años, lo que me conmovió mucho. Dijo que el premio se lo agradecía a ella, que lo impulsó a cumplir su sueño de ser corresponsal de tenis, que le dio una familia, cinco hijos, nietos y que "hizo de padre y madre" cuando él estaba viajando por el mundo, trabajando en los torneos de la ATP.
A fin de cuentas, éstos periodistas hacen su laburo girando por el mundo como los jugadores, para que las personas puedan escuchar los partidos de tenis en sus casas o trabajos. Y no es que van a pasear, sino que están 14 horas cubriendo partidos para la radio, la televisión o el periódico donde trabajan.
La última anécdota que voy a comentar, es una en la que éste periodista criticó a la mejor jugadora femenina de tenis argentina de la historia, porque según él, "Monica Seles le había dado una paliza en un partido, que había formas y formas de perder" y la madre de la tenista, se lo reprochó en persona. "La mataste a Gaby el otro día", le dijo la señora.
El periodista, quien afirmó que quiere a la jugadora como si fuera una hija - y que es su favorita, pero a la hora de hacer su trabajo, era honesto- ,contó que la propia Gabriela Sabatini la interrumpió y le dijo, delante de él: "Cállate, mamá. Él tiene razón. Jugué horrible". Fíjense la grandeza y la humildad de ésta mujer, cómo encajó las críticas con tanta altura, otro u otra, habría llamado al periódico donde el hombre trabajaba y hubiera pedido que lo echaran de su empleo o le hubiera contestado mal. Ella no. Por actitudes como ésta, Gaby Sabatini es tan querida por los argentinos y los periodistas de tenis. Porque es una grande, adentro y afuera de la cancha de tenis.
El motivo por el que escribí esto, es porque quise mostrar un ejemplo de honestidad profesional en el periodismo. Del precio que se paga por decir la verdad de lo que uno piensa y no ser un adulador, un periodista o "reseñista cholulo" (sería mi caso). A la hora de reseñar, yo, que no soy periodista profesional, sigo el mismo estilo de éste señor. Jamás podría trabajar en una revista de música importante porque me echarían al segundo día por no calificar con un diez todos los discos.
Al lector que le guste mi forma de escribir, bienvenido sea y al que no, le recomiendo leer únicamente a los "reseñistas cholulos" que se cuelgan de la fama de los artistas porque quieren ser sus amigos, desean ser famosos o conseguir beneficios económicos y laborales. Ya lo ven, ser honesto a veces provoca que llamen a la radio o al periódico donde trabajás para intentar que te echen porque no se bancan una sola crítica. Menos mal que yo no trabajo en ninguna revista musical o literaria, porque me habrían enviado la carta de despedida al segundo día.
Notas al pie:
Dejo las fuentes en las que me basé para escribir esto.
Entrevista al periodista de tenis en el diario La Nación
Entrevista por Palabras que Llegan (YouTube)
Cholulo: se refiere a una persona que demuestra un interés excesivo por la vida de famosos como actores, deportistas o músicos, y es un argentinismo. También puede describir a una persona frívola o superficial. En ocasiones, el término se utiliza de forma coloquial en Argentina para referirse a un fan o seguidor obsesivo.








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