A los fans no se los maltrata... Comento un video de El Cuartel del Metal: "Brutal agresión de Sebastian Bach a una fanática"
Decidí abordar ésta temática, la del maltrato a los fans de parte de los artistas famosos debido a que vi un video en el canal de difusión de música "El Cuartel del Metal", en el cual el youtuber Federico Solari opina sobre el lamentable comportamiento del cantante Sebastian Bach (ex Skid Row) con una fanática en un concierto. A Bach lo habían invitado a un recital de una banda de covers y desde el escenario, se puso a pelear y a insultar a una fan suya, momento que quedó inmortalizado por una filmación que hizo con su celular -su móvil- alguien del público. El video se viralizó rápidamente por los principales medios de comunicación y los admiradores del rock y del heavy metal comenzaron a dar sus opiniones en las redes sociales.
Sebastian Bach es un cantante muy famoso en la industria musical del rock pesado, su banda, Skid Row, fue una de las más reconocidas y exitosas a fines de los ochenta y principios de los noventa (hasta tocaron en el estadio Wembley), salían muchísimo en la MTV, vendieron millones de discos. Bach era portada de varias revistas de música, llamaba la atención por su belleza física y su actitud rebelde e inconformista. A mediados de los noventa, fue expulsado de Skid Row por sus compañeros, Rachel Bolan y Dave Sabo, quienes prefieren contratar a cantantes desconocidos y no reunirse con él, aún sabiendo que podrían ganar más dinero con el rubio como vocalista.
Escribo sobre esto porque Skid Row es una de mis bandas preferidas de rock y su disco "Slave to the Grind" me parece maravilloso, es fantástico. Sebastian es un cantante con un rango vocal altísimo, uno de los mejores frontman que he visto, es muy talentoso. Muchas de las canciones en las que prestó su voz son inmortales, como la balada "I Remember You". Es una aberración y una vergüenza que un músico de su calibre maltrate e insulte a una fan simplemente porque le pidió que le diera un abrazo. Les recomiendo que vean el video de "El Cuartel del Metal", (es muy breve, dura apenas nueve minutos) en el cual Federico Solari explica lo que sucedió y adjunta el video en el cual Bach, totalmente sacado y con una actitud muy violenta, insulta a la fan desde el escenario y hace que la echen del lugar.
Resulta que la mujer vio al cantante antes de que comenzara el concierto, se le acercó para expresarle su admiración por su carrera musical y le pidió que le diera un abrazo. El músico estaba acompañado por su esposa, ambos miraron a la chica con mala cara y él, de una manera muy desagradable, se negó. Luego la fan, en medio del concierto, intentó sacarse una selfie con un gesto insultante hacia Bach (comportamiento que no apruebo, pero comprensible si tu ídolo te despreció de ésa manera, la mujer estaría muy enfadada). La cuestión es que el cantante detuvo el show (en el que lo habían invitado a participar, porque ni siquiera era un concierto suyo) y desde el escenario, empezó a insultarla, a humillarla delante de todo el mundo, espetándole que "él estaba con su esposa y que no era un mono que daba abrazos a los fanáticos". La llama "fucking bitch" en reiteradas oportunidades y obliga al personal de seguridad a que la echen del lugar. No es la primera vez que éste vocalista se pelea con su público, cito una noticia de Los Angeles Times, de 1990:
(...) "Este mes, (Sebastian Bach) vuelve a ser noticia después de que MTV comenzara a transmitir imágenes de un concierto del 27 de diciembre en Springfield, Massachusetts, donde el cantante fue golpeado por una botella lanzada desde el público. Enfurecido, gritó obscenidades y arrojó la botella de vuelta al público, golpeando a una joven de 17 años en la cara. Bach entonces saltó hacia el público donde, según MTV, aterrizó sobre la joven y pateó a otro fan en la barbilla antes de ser arrastrado de vuelta al escenario por sus roadies.
Arrestado tras el espectáculo, Bach fue acusado de dos cargos de agresión con lesiones, dos cargos de agresión con arma peligrosa y un cargo de mutilación. Tras declararse inocente en el Palacio de Justicia del Condado de Hampden, quedó en libertad bajo fianza de 10.000 dólares y el juicio se fijó para el 15 de mayo. La joven herida recibió atención médica por graves cortes y hematomas faciales. (...) Bach, quien regresa de gira con Skid Row, se ha negado a hacer comentarios. (..)
Ésta vez el cantante no arrojó una botella de vidrio hacia su público ni golpeó a nadie, pero tuvo una actitud de divo espantosa con una fanática que solamente le pidió un abrazo, no le hizo una propuesta indecente o puso en peligro su seguridad personal. Como dice Federico Solari en el video, un músico profesional con 40 años de carrera debe saber que es normal que sus fans le pidan un autógrafo, sacarse una foto con ellos o que les dé un abrazo. Es normal que si sos un artista famoso, tus admiradores te pidan todas éstas cosas. Es el precio que pagás por el éxito y la fama. Supongamos que no quería darle un abrazo a la chica, como Floor Jansen, que expresó que no le gusta que sus fans la toquen (los admiradores brasileros se enojaron muchísimo por esto, en su momento). Bueno, aunque sea, Bach debería haberle dado la mano, un abrazo leve o una palmadita en la espalda a la chica, no mirarla con mala cara y destratarla de ésa manera. No era necesario hacer semejante escándalo.
Y la esposa del músico, debería comprender que si se casó con un hombre famoso, con un artista que es reconocido en su profesión, es normal que tenga fans femeninas, mujeres que lo admiren (que le pidan fotos y autógrafos a su cónyuge) y no debería poner mala cara ni sentirse celosa si una simple admiradora le pide un abrazo a su marido. Una fan que seguramente él no va a ver más, no estamos hablando de una amante. Yo entiendo que a ninguna mujer le gusta que otra le esté dando abrazos a su esposo, pero en éstas circunstancias, era una chica que solo quería expresar su admiración hacia su ídolo. Ella quería un gesto de cariño del artista del cual amaba su música y lo único que obtuvo, fue maltrato.
Cuando nuestros ídolos se olvidan de que son quienes son gracias a nosotros, los que compramos sus discos o sus libros
Si Sebastian Bach llegó a donde está ahora, es gracias a personas como la desafortunada mujer a la que insultó y maltrató, a los que compraban sus discos y todavía siguen pagando por las entradas de sus conciertos. Hay que ser más agradecido en la vida, me parece. No se le muerde la mano al que te da de comer. Un artista, sea músico, escritor, actor, le debe todo a sus fanáticos, a los que consumen su arte e hicieron posible su sueño.
Sebastian Bach no sería nadie sin su público. Pero parece que la fama y el dinero le nublaron la razón al rubio vocalista y se subió al pony, se cree "intocable", como dijo Solari en el video. Las bandas de rock no serían nada sin las personas que las apoyan a nivel económico. El precio de la fama es ése: tenés que dar autógrafos, sacarte fotos con tus fans, porque son los que te permiten vivir de tu arte. Son las reglas del juego, hacerte el divo como Sebastian y maltratar a una admiradora (y después humillarla delante de todo el mundo) que te pidió un simple abrazo, es una actitud horrible, espantosa. Se me cayó un ídolo. Miren que yo lo admiraba a éste rubio, como cantante es excelente pero como persona y ser humano, deja mucho que desear.
Federico Solari recuerda una anécdota del gran Ronnie James Dio: cuando le preguntaron por su paso por Rainbow, el pequeño elfo expresó que de Ritchie Blackmore aprendió cómo no había que tratar a los fans. "Si te esperan treinta personas afuera para sacarse una foto con vos o pedirte un autógrafo, no te vas por la puerta de atrás sin saludar a nadie (como hacía "El Hombre de Negro", que es un genio de la guitarra pero bastante divo con los fans)". Dio salía afuera de los hoteles cinco estrellas en los que se alojaba con Black Sabbath (o Heaven and Hell) a saludar a sus admiradores, a sacarse fotos con ellos o firmarles autógrafos. Eso es ser un grande. Tuomas Holopainen, por ejemplo, no lo hace. Otro que se subió al pony hace rato.
Creo que el problema es que los admiradores de un artista (ya sean músicos, escritores, actores, etc) ponemos en un altar a nuestros ídolos y a veces, cuando los conocemos en persona e interactuamos con ellos, nos decepcionamos, nos llevamos el peor chasco de nuestras vidas. Porque una cosa, es escuchar un disco de Skid Row y disfrutar del talento de Sebastian Bach y otra muy distinta, es que el cantante que querés y admirás, que hasta idolatrás, te desprecie, te humille y te insulte cuando lo conocés en persona, porque es famoso, tiene mucho dinero y se le subieron los humos a la cabeza. Es decir, se cree impune, intocable, casi como un dios griego. Se ama a sí mismo y lo que más le importa es su gigantesco ego, no tratar bien a la gente a la que le debe todo su éxito.
En algunas ocasiones, pensamos (¡Pobres ilusos de nosotros!) que nuestro artista favorito es de una manera, lo idealizamos, lo adoramos y después nos damos cuenta, que no es tan bueno como parecía en las entrevistas. Que tiene los pies de barro y que nos puede decepcionar profundamente. Nuestros ídolos pueden despreciarnos o hasta pelearse con nosotros porque les dijimos algo que no les gustó o los cuestionamos, como Sebastian con la fan. Lo peor es que no reconocen sus errores y tampoco tratan de enmendarlos. Por Dios, ellos son artistas, son dioses inmortales y nosotros, simples admiradores que no tenemos derecho a pedirles un abrazo o una muestra de afecto o cariño.
Otra prueba del carácter intolerante de Sebastian Bach fue su reacción a la reseña que le hizo el coach vocal Ken Tamplin a su performance de "I Remember You" en el Estadio de Wembley, en los noventa, cuando todavía era el cantante de Skid Row. El coach vocal, que es profesor de canto, se atrevió a decir que Bach desafinó en algunas partes de la canción. El músico se puso furioso y grabó un video contestándole y diciendo palabrotas cada dos por tres, insultándolo, porque no acepta críticas de nadie, ni siquiera de gente que sabe mucho más que él de técnica vocal. Claro, porque él es perfecto y nunca se equivoca. ¡Cómo se atreve Ken Tamplin a insinuar que Sebastian Bach no es el mejor cantante del mundo en directo, por el amor de Dios!
A ver, es normal que un cantante la pifie en directo si está corriendo de un lado al otro del escenario, porque no está respirando bien y le falta aire para llegar a las notas altas. No me parece mal que un coach vocal exprese su opinión, siempre que lo haga desde el conocimiento de su disciplina y con respeto. Solari afirma lo mismo que yo: que el hombre tiene derecho a hacerlo. Pero el divo Sebastian no piensa lo mismo. Él es famoso, tocaba en Wembley con su banda para miles de personas, es un rockstar y el coach no es nadie para criticarlo.
Los ídolos con los pies de barro
"Común es a todos los hombres el error; pero cuando se ha cometido una falta, el persistir en el mal en vez de remediarlo es sólo obra de un hombre desgraciado e insensato. La terquedad es madre de la tontería."
Sófocles, Antígona
Yo también me decepcioné de artistas que admiraba con devoción, gente a la que tal vez idolatraba, ponía en un pedestal y me demostraron que no eran tan buenos como parecían. Que una cosa, es disfrutar la obra que producen o ver lo simpáticos y agradables que se muestran en las entrevistas que les hacen en la televisión o en YouTube, pero otra muy diferente, es comprobar con nuestros propios ojos las actitudes lamentables que tienen con sus fans. Una vez le espeté a alguien, muy enfadada: "Esa actitud no es digna de (...) como usted". Fue muy duro y triste para mí porque era un artista del cual yo tenía otro concepto como persona. Yo lo idealizaba, lo adoraba, lo tenía en un altar y me demostró que tiene los pies de barro.
Sin embargo, el peor chasco que me llevé en mi vida con un artista famoso fue con la escritora Mariana Enriquez, que nos cerró la puerta en la cara a los lectores en la Feria Internacional del Libro de Buenos Aires del 2024. Ella iba a firmar ejemplares de sus libros y a último momento, cuando más de 500 personas estábamos haciendo la fila, avisó que solamente les iba a firmar a 100. Los demás, nos quedamos sin la foto y sin la firma.
Yo estaba feliz y súper entusiasmada porque iba a conocer a una de mis autoras preferidas, a una mujer a la que admiraba (y todavía admiro, como escritora) y resulta que la señora estaba cansada del jet lag (venía de una gira internacional) se levantó con el pie izquierdo y nos dejó pagando en la puerta. Los fans después le expresaron su indignación en su Instagram, con toda la razón del mundo. Una chica había viajado desde la provincia de Córdoba para conocerla, con lo costoso que es. Pero a la señora escritora, ahora que sale en los periódicos y es aclamada por los medios culturales internacionales y la crítica literaria (esto no se lo reprocho, se lo ha ganado por su talento), que hasta es respetada por los académicos de Letras, no le importó defraudar a sus lectores, dijo que "tenían que entenderla" y que "ya iban a tener otra oportunidad para que les firmara sus ejemplares".
Les cuento una cosa: Enriquez no hace lo mismo en la Feria del Libro de Madrid o en otros países europeos o anglosajones. No pone límite de firmas: se saca fotos con todos y firma cuántos ejemplares le pidan, sin protestar, de muy buen grado. Pero en Argentina, su país natal, se comportó como una diva de la literatura y nos destrató a los lectores, que somos los que compramos sus libros y le ayudamos a pagar las cuentas.
¿Quiénes hicieron famosa y prestigiosa a Mariana Enriquez? Sus lectores, a ellos les debe su éxito económico. Mariana ese día no peleó ni insultó a nadie, pero dejó a sus lectores tristes, decepcionados y amargados, al ver que su ídola los destrataba e ignoraba, como si no valieran nada. Claro, ahora que la llaman de todas las universidades y eventos literarios del mundo para hacerle entrevistas, se olvida de los que hicieron posible que ella tuviera éxito en su carrera. Los artistas se deben a su público, siempre deberían recordarlo.
Yo sigo leyendo su obra, sus libros, porque su calidad literaria lo amerita, pero nunca más voy a ir a una presentación suya o a una firma. No lo merece. Es una buena autora, una articulista brillante, pero no me gustó cómo nos trató a los fans, a sus admiradores. Si no podía firmarles a 200 personas, hubiera cancelado la firma. Separo al artista de su obra. Como persona, ya no me cae tan simpática. ¿Dónde está la "chica del conurbano" que escribía sobre la gente humilde, la marginalidad, la desigualdad, la pobreza y la violencia? Ése día, se olvidó de dónde viene y se comportó como una diva con personas que no lo merecían.
Hay que ser más agradecida en la vida, Marianita. ¡Cuántos autores independientes que están remándola darían lo que fuera por tener a 500 personas esperando para firmarles un libro! No valora lo que tiene. No se le muerde la mano al que te da de comer: tus lectores. La fama y el éxito, el reconocimiento internacional, la cambiaron. Y es una lástima.
El libro que Mariana Enriquez no me firmó aquella tarde en la Feria del Libro. Estaba tan enojada que lo cambié por una novela de otro autor en la feria de Plaza Italia. No me quiero ni imaginar la decepción y tristeza que sintieron todos los demás lectores (que eran muchísimos) a los que la señora escritora les cerró la puerta en la cara: una actitud horrible y muy poco profesional de su parte.
Éstas experiencias tan desagradables a veces nos dan una lección a los fans, a los admiradores: a veces, es preferible no conocer en persona a nuestros ídolos o interactuar con ellos. Sería mejor, en algunos casos, tenerlos bien lejos. Porque nuestros músicos favoritos, a veces tienen un ego muy grande porque se acostumbran a recibir alabanzas y aplausos, de colegas o de la prensa, que los hacen creerse muy superiores a los demás. Alcanzaron el éxito, el estrellato, ganaron mucho dinero con su trabajo, entonces se creen que pueden tratarnos como se les dé la gana, como hizo Sebastian Bach con su admiradora. Éste "señor" de caballero no tiene nada. Se olvida de que es una estrella del rock gracias a la gente que compraba sus discos y las entradas a sus conciertos. Pero ahora se comporta como un divo y cuando una fan le pide un abrazo, la mira como si tuviera la peste y la desprecia. Le faltó decirle con altivez y desagrado "¡Don't touch me!", como hace su hermana perdida, Simone Simons.
Lamentablemente, tenemos que aprender, a tratar de no idealizar a nuestros ídolos. Porque nos podemos llevar la desilusión de nuestras vidas al comprobar, como me pasó a mí con Mariana Enriquez, que una cosa es lo que el autor escribe en sus novelas y otra muy diferente, la manera en la que se comporta con sus lectores en la vida real. No siempre nuestros artistas favoritos van a ser buenos o amables con nosotros. No siempre van a tratarnos bien. Y tal vez, esa es su manera habitual de ser, pero nosotros, cegados por nuestra admiración y amor incondicional hacia ellos, no lo queríamos ver.



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