Tori Amos - The Beekeeper
Tori Amos y su amor por la naturaleza: The Beekeeper, un disco irregular...
Lo que sucede cuando no se contrata a un buen productor
Tracklist
1. "Parasol" - 3:54
2. "Sweet the Sting" - 4:16
3. "The Power of Orange Knickers" (featuring Damien Rice) - 3:36
4. "Jamaica Inn" - 4:03
5. "Barons of Suburbia" - 5:21
6. "Sleeps with Butterflies" - 3:35
7. "General Joy" - 4:13
8. "Mother Revolution" - 3:58
9. "Ribbons Undone" - 4:30
10. "Cars and Guitars" - 3:45
11. "Witness" - 6:06
12. "Original Sinsuality" - 2:02
13. "Ireland" - 3:49
14. "The Beekeeper" - 6:50
15. "Martha's Foolish Ginger" - 4:22
16. "Hoochie Woman" - 2:34
17. "Goodbye Pisces" - 3:36
18. "Marys of the Sea" - 5:11
19. "Toast" - 3:42
Año: 2005
Rock alternativo, soul, soft rock, pop barroco
Duración: 79:31
Sello: Epic
Tori Amos es la artista que más he reseñado en éste blog y eso no es casualidad. Es mi cantante y compositora preferida, por fuera del heavy metal. Hay pocas reseñas de sus discos en castellano, de ahí mi afán por escribir tanto sobre ella. Conociendo gran parte de su discografía y habiendo disfrutado tanto con su música, continúo sosteniendo mi afirmación de que después de "Scarlet's Walk" (2002), la pianista estadounidense no volvió a grabar álbumes de la calidad inmensa que tenían los primeros de los noventa. Que sea una de mis artistas favoritas no me pone una venda en los ojos, yo puedo ser muy fan de un músico, un escritor u otro tipo de artista, pero no tengo pelos en la lengua para decir cuando algo no me gusta, no me parece bueno o para juzgar la calidad de las obras que producen. Les haríamos un mal a los artistas, solamente inflaríamos su ego y su vanidad, si les tiraríamos rosas constantemente porque son reconocidos y famosos.
No soy una fangirl que todo lo que producen mis músicos favoritos, lo pongo por los aires. Sino, sería una pésima reseñista, de ésas a las que les pagan para que escriba una crítica favorable. Que venden su alma por el vil metal. Más de una vez me han saltado al cuello por escribir lo que pienso de grupos consagrados como Nightwish o Epica y siempre respondí a la altura de las circunstancias. Es mi opinión y todos deberían respetarla, sino les gusta, pues no me lean. Vayan a leer a los aduladores profesionales a los cuales les pagan un elevado salario por adjudicar una calificación elevada a un disco. Sí, esto sucede en la vida real, sobre todo en revistas de música multinacionales y en canales de YouTube masivos, cuyos nombres no voy a dar. Es sabido que las discográficas pagan por reseñas favorables u otorgan beneficios a los periodistas, como pases VIP, entrevistas con los músicos, acceso al backstage... Esto me lo contaron mis colegas reseñistas, que tienen más experiencia que yo en el asunto. En su momento, me quedé sorprendida, pero no me extraña, sabiendo que detrás de la música se mueve una industria que maneja muchísimo dinero.
Volviendo a Tori Amos, hoy voy a ponerme un poquito en modo Cersei Lannister, así que los que sean demasiado sensibles, no sigan leyendo, por favor. Yo no sé si después del brillante "Scarlet's Walk" a Tori se le fue la inspiración, comenzó a sentir cansancio y agotamiento o la vida misma la llevó por otros derroteros, pero se empecinó en producir ella misma sus discos y grabar álbumes de 20 canciones, larguísimos, extensísimos, en los que no puede mantener un nivel de calidad elevado en todas las canciones.
La tarea de un buen productor, más allá de ocuparse de que las pistas de los instrumentos y las voces se escuchen bien, es ayudar a la banda o al artista a elegir la cantidad de canciones, los singles y descartar otras. Cuando a Amos la producía Eric Rosse, sus discos no tenían más de 10 o 12 canciones. Después se le dio por componer de manera desaforada, hasta el punto de no discernir que track debía quedarse en el LP y cuál debía irse, o lanzarse a la venta en un EP o en una versión extendida. La opinión de otro músico profesional siempre ayuda en éstas cuestiones, no es casualidad que en los mejores discos de la historia, sean del género que sean, hay un productor veterano o experimentado detrás, que ayuda a pulir el sonido del artista en cuestión. Martin Birch, Terry Date, Tom Allom, Michael Wagener, Bob Rock, Max Norton, Rick Rubin, Sascha Paeth, Joost van den Broek, Tim Palmer, Flood, Steve Albini, Butch Vig, George Martin... todos ellos son reconocidos por haber producido a las mejores bandas de la historia del rock y del metal. Y hay varios clásicos de éstos géneros entre ellos, por ejemplo, los álbumes más célebres de Iron Maiden, Metallica, Pantera y Judas Priest.
Lo que encontraremos en "The Beekeeper" es relleno, muchísimo relleno. Yo siempre voy a preferir que un artista grabe un álbum de 10 o 12 canciones, de 40 minutos, a que escriba 20 o 25 y que la mitad no valgan la pena porque son mediocres o malas. Llevo veinte años escuchando discos a diestro y siniestro, así que sé muy bien de lo que hablo y esto se lo puedo discutir -o batirme a duelo si es necesario- a cualquiera. Soy de la generación del CD, no de Spotify ni YouTube. Me gusta oír música como en la vieja escuela: discos completos. Y cuando escribo sobre Tori Amos, sé muy bien de lo que hablo. La señora, en los noventa, compuso discos perfectos, absolutamente perfectos (Little Earthquakes, Under the Pink, Boys for Pele, To Venus and Back, Scarlet's Walk), pero cuando llegó a los 2000, empezó a meter la pata, a equivocarse. Era de esperarse, a fin de cuentas, es un ser humano. La época dorada no iba a durar para siempre.
Yo prefiero poco y bueno, que excederse, saturar y provocarle somnolencia al oyente con discos de 80 minutos, que a menos que seas The Beatles o Pink Floyd, Dream Theater, no te van a salir bien. Siempre hace falta un buen productor, por más experiencia que tengas a tus espaldas, que te ayude a ordenar la lista de canciones y a quitar lo que sobra, a pulir el disco para que cuando salga a la venta, quede lo mejor posible. El productor musical es el equivalente al editor o al corrector de los escritores profesionales. No hace falta archivar en un cajón los temas que no fueron incluidos, se puede lanzar un EP con los B-Sides (como hacían Oasis, que tenían unos magníficos) o agregarlos en una versión extendida.
The Beekeeper, un disco conceptual
"Éste álbum está explorando relaciones. En el jardín del "pecado original" porque Sofía insistió en que mi personaje comiera del árbol de la sabiduría -en oposición al dios en el Génesis que te exilia si comes de él- en nuestro jardín, el personaje tiene que comer. Porque ella come de él u experimenta diferentes posibilidades dentro de las relaciones."
Tori Amos
The Beekeeper es uno de los discos más melódicos y tranquilos de Tori Amos. Obtuvo críticas mixtas, hubo revistas que le dieron una buena calificación y otras, como la todopoderosa Rolling Stone, apenas le otorgaron tres estrellitas, lo cual significa, que la "aprobaron raspando con un siete". ¿Qué opino yo del dichoso disco? Que si bien tiene un par de canciones buenas, se disfrutaría más si lo hubiera dejado en doce o trece, en lugar de diecinueve. Que a veces, menos es más. Aun así, no todo es malo en The Beekeeper, así que vamos a lo importante...
Lo primero que escuchamos es el single "Parasol", una semibalada hermosa, cuya composición fue inspirada por la pintura Seated Woman with a Parasol de George Seurat. Aquí podemos oír a la Tori Amos más emotiva, suave, dulce, que canta un tema con un estribillo perfecto y unos arreglos exquisitos en el piano. "Parasol" es de mis favoritas de toda su carrera.
Luego aparece "Sweet the Thing" , con cierta influencia del soul, contiene una cadencia lenta y seductora, antigua, inspirada por la música de Stevie Wonder, según Amos. Cuenta con un precioso coro gospel londinense, era la primera vez que experimentaba con éste tipo de sonidos y el resultado fue magnífico.
"The Power of the Orange Knickers", es su primer dueto con otro músico, en éste caso, el compositor y cantante de folk irlandés Damien Rice. La letra trata sobre el terrorismo internacional a comienzos de la década de los 2000. Es una canción bonita, melódica, en la que Tori y Damien se reparten estrofas, complementándose a la perfección. Por su parte, "Jamaica Inn" -inspirado por la novela de Daphne Du Maurier "La posada de Jamaica"- es otra de mis preferidas, destacándose el piano y las armonías vocales de ella, es un tema muy parecido a los de "Scarlet's Walk".
Respecto a los críticos musicales de las revistas importantes, luego de "la paliza que le dieron por "Boys For Pele", en sus propias palabras, la discográfica le dio una buena bronca, entonces, decidió plasmar éstas experiencias en la canción "Barons of Suburbia", en la que despotrica contra la crueldad de la industria musical, que pone a competir a las mujeres entre sí:
“Cuando estás en tu primer, segundo, tercer récord y no estás lo suficientemente establecido todavía, pueden enfrentarse entre sí. La gente dice: 'No es necesario competir entre sí'. Pero no es así como se construye el sistema. Tienes que mirar el ambiente tóxico sistémico que es. Si solo hay tantas mujeres en un festival, y solo hay tantas mujeres en la radio alternativa o en la radio rural, entonces la industria misma ha creado un lugar donde no hay suficientes para todos. Han creado escasez; han creado esta mentalidad de 'supervivencia del más apto', que es tan destructiva".
Amos dice que espera que su reciente libro pueda ayudar a los artistas jóvenes a navegar por esto de alguna manera ahora. “Y eso es lo que quería [la gente] para llevar el libro, es entender cómo se crea el sistema y que nosotros, como las mujeres tienen que encontrar la manera - como dije (en 2005 pista ‘Barons of Suburbia’, Estoy preparando una poción para combatir tu veneno). Y 'su veneno', para mí, es destrozarse unos a otros. Tenemos que encontrar maneras alrededor de él, pero es sangrienta duro cuando estás en una industria que no tiene las mismas oportunidades”.
Otras que me gustaron mucho son "Sleeps with Butterflies", tranquila, relajada, el costado más dulce y femenino de Tori Amos, "General Joy", más dramática y con garra, es una crítica afilada a la política antiterrorista de su país natal (2005, era Bush). El trabajo a las voces es brillante, sin elevar mucho el tono y usar beltings o falsetes, la pianista pelirroja transmite muchísimo en sus interpretaciones. Era una gran vocalista, lástima que no tenía la suficiente técnica para cuidar su voz, por eso hoy en día perdió gran parte de su rango vocal.
Por su parte, "Mother Revolution" es una balada con un poco de soul, bellísima y de lo mejor que podemos encontrar en The Beekeeper. Bella, seductora, diferente, una Tori que se mueve en otros registros y sale airosa. Solamente una compositora de altísimo nivel como ella podría escribir una canción así -ya quisieran las jovencitas que hoy salen bailoteando en la MTV tener un ápice del talento de la señora Amos-. Su lírica aborda el sufrimiento de las madres que pierden a sus hijos en conflictos globales, en guerras.
"Cars and Guitars" es de lo más destacable de la segunda parte, al igual que "Witness", cuyo aire soul la convierten en una auténtica delicia para los oídos, además, el coro gospel que la acompaña le aporta muchísimo. Una de las más canciones más memorables del disco, con una Amos súper inspirada, escuchen el cambio de ritmo a partir del minuto 4:20', es maravilloso, emotivo como pocos. "Ireland", inspirada por el escritor irlandés James Joyce, es de las más experimentales del conjunto, pausada y enfática, distinta y original.
Ahora, voy a mencionar a las canciones que me impiden darle un puntaje elevado a The Beekeeper y las que opino que deberían haberse omitido, si la señora Amos hubiera tenido la humildad de contratar a un productor veterano y experimentado. Comenzamos por "Ribbons Undone", muy bonito el gesto de escribírsela a su hija Natasha, pero la parte instrumental es de las más melosas y aburridas que hay en el álbum, recién a los dos minutos se pone interesante, aunque no es un track fabuloso que nos deje admirados, es bastante débil. Será que soy una insensible que no tengo instinto maternal - excepto para mis perras, mis amadas bulldogs, mis frenchies- , pero Tori no logró conmoverme en ésta ocasión.
Después tenemos a "Original Sinsuality", de apenas dos minutos, que no es fea pero tampoco aporta nada relevante, otra canción que sobra. La homónima "The Beekeeper" es decepcionante: lenta, sombría, aburrida, densa, monótona... No representa para nada al disco al que alude. La misma sensación me dejan canciones como "Goodbye Pisces" y la balada "Toast", que no son del todo feas, pero no poseen el elevado nivel de sus compañeras. Acá es donde hace falta un buen productor que sepa detectar éstos fallos y que le aconseje o indique a la cantante, que es mejor dejarlos afuera del LP.
Aun así, en la cara B, queda algún que otro tema pasable, aunque no memorable. La delicada y bella "Martha's Foolish Ginger", inspirada por un viaje a San Francisco durante una gira, "Hoochie Woman", de talante soul, con unas melodías más graves en el piano y otra vez aparece el coro gospel colaborando, una experimentación que le salió bien a la pelirroja y por último, "Marys of the Sea", acerca de María Magdalena, que sí vale la pena, de lo más inspirado que vamos a encontrar llegando al final del LP.
The Beekeeper, el fin de la era dorada de Tori Amos
"The Beekeeper", aunque no es un mal álbum, no llega a tener la calidad de un "Scarlet's Walk", le sobran cuatro o cinco canciones que le impiden convertirse en un clásico de ésta compositora. A veces, es preferible contratar a un buen productor, que tenga buen ojo y oído y te de una segunda opinión, para que te ayude a descartar lo que no le aporta nada relevante al disco. En el caso de Amos, ya era una veterana con diez años de carrera en la industria musical, pero no hay que confiarse: hasta los más expertos pueden equivocarse, ya sea por torpeza, falta de inspiración o exceso de ambición y ego, y meter la pata.
La tendencia a escribir discos con veinte canciones fue un problema que Tori arrastró desde los 2000. No eres más prestigiosa y talentosa por componer una veintena de temas, no tenés que demostrarle nada a nadie. Si las 19 canciones que componen The Beekeeper fueran de una calidad pareja y excepcional, no hubiera puesto una sola queja. Pero NO lo son. Es imposible que las diecinueve sean perfectas y notables, ni siquiera Tori Amos puede hacer eso. A sumo, se me ocurren los Beatles con Abbey Road o el Operation Mindcrime de los Queensrÿche, que con sus quince canciones, es perfecto. Pero es muy difícil mantener un nivel parejo y elevado en todas las canciones de un disco de casi 80 minutos.
A veces, es mejor que en el LP queden solamente diez canciones buenas que la mitad sea relleno puro. Aun así, no todo es negativo en The Beekeeper, valoro que ésta compositora experimentara con el soul y se atreviera a grabar el dueto con Damien Rice. El álbum tiene buenas melodías, inspiración, talento, delicadeza, ternura, muestra el costado más femenino y delicado de la pianista; unos arreglos de piano y cuerdas exquisitos, pero lamentablemente, en algunos tramos aburre y mucho. Amo a Tori Amos, la admiro muchísimo, pero hasta los más grandes pueden equivocarse y aquí ella no tuvo el suficiente coraje para decidir qué canción se iba y cuál se quedaba. Y ahí el disco falla. Por algo la Rolling Stone le dio tres míseras estrellitas de calificación, lo que no sucedió con los LP de la década anterior.
The Beekeeper es un buen disco en líneas generales, pero no es ni de lejos lo mejor que grabó Tori Amos y sigo pensando que está bastante por debajo del genial "Scarlet's Walk", su última obra maestra hasta la fecha. Porque a todos, tarde o temprano, lo abandonan temporalmente las musas de la inspiración. Aun así, lo recomiendo a los que tengan mucha paciencia para zambullirse en un álbum de ochenta minutos, a los que gusten de música suave, relajada y tranquila, porque hay un par de canciones que hacen que su escucha valga la pena.
Puntuación: 7,5/10.
Músicos
Tori Amos – Bösendorfer piano, Hammond B-3 órgano (1, 2, 5, 7, 11, 14), voz y producción.
Mac Aladdin – guitarra eléctrica y acústica, mandolina y guitarra de doce cuerdas.
Jon Evans – bajo
Matt Chamberlain – batería
Damien Rice - voces adicionales (3)
London Community Gospel Choir – coros (2, 8, 11, 16)
Kelsey Dobyns – coros adicionales (9)
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