Nuestra parte de noche - Mariana Enríquez
“Tenía el aspecto que tienen los lugares donde ocurrió algo malo: un aire de expectativa.”
Mariana Enríquez, Nuestra parte de noche
Editorial: Anagrama
Año de publicación: 2019
Género: Terror
Conocí la literatura de Mariana Enríquez por recomendación de compañeras de la universidad, que estaban fascinadas por sus cuentos de terror mezclados con un realismo urbano heredero de Stephen King, pero indiscutiblemente argentinos. Periodista de rock de profesión, nacida en Buenos Aires en 1973 pero criada en el conurbano bonaerense, en sus relatos refleja como nadie el lado incómodo de la Argentina que algunos no quieren ver: la marginalidad ("El carrito"), la pobreza, la diferencia entre clases sociales, el consumo de drogas, los fanatismos por bandas de música, la dictadura militar argentina filtrada por elementos fantásticos ("Cuando hablábamos con los muertos") , la mitología de los pueblos indígenas del Litoral ("El aljibe"), los "santos" paganos populares como El Gauchito Gil y San La Muerte, el tráfico de personas ("Chicos que vuelven") entre otros.
La misma Mariana es una escritora fuera de lo común: gótica, rockera, lectora apasionada de terror y fantasía, fanática de Nick Cave, los Rolling Stones y PJ Harvey, entre otros artistas, cosechó montones de admiradores y lectores de todas las edades. Rebelde, moderna, auténtica, no tiene problema alguno en comentar en entrevistas porqué , por ejemplo, decidió no elegir la maternidad, algo que en alguien de su generación me parece un gesto valiente y transgresor. Me mostró otra manera de ser mujer, distinta a la convencional.
No puedo evitar sentir empatía hacia ella, quizás porque yo también fui una adolescente greñuda que en lugar de vestirme de rosa y escuchar a Britney Spears (como hacía una de mis amigas) me ponía remeras de bandas (The Ramones, Nirvana, Metallica, etc) cintos con tachas y me pintaba las uñas de negro, escuchaba rock, punk, heavy metal a todo volumen y estaba obsesionada con la música, lo sigo estando todavía. Prefería los borcegos de cuero estilo militar (como los que usa Amy Lee de Evanescence) a las sandalias con tacones -y los sigo prefiriendo-. Hace poco vi una fotografía de Mariana Enríquez adolescente, en la portada de su último libro (Porque demasiado no es suficiente: mi historia de amor con Suede), usando borcegos y vestida de rockera. El que es lector y encima, fanático del rock, reconoce a los de su tribu. O a los que fueron como uno. Todavía a veces se la ve en entrevistas con remeras de bandas y camperas de cuero. Porque cuando sos fanática del rock o del heavy metal, es para toda la vida, no solo en los años más tiernos de nuestra juventud.¿Cómo no adorar a Mariana Enríquez, si habla de temas como la pasión y el amor por la música, si retrata de manera tan certera la adolescencia de aquellos jóvenes de los noventa, criados en plena crisis económica, en la periferia de las grandes urbes? Será que yo soy una chica del conurbano y que en sus relatos, en sus historias, veo la Argentina en la que crecí, ese realismo sucio y crudo, esas historias en las que aparecen personajes contradictorios, marginales, perturbados, enfrentados a situaciones siniestras y terroríficas. Se le nota la influencia de Stephen King, sin embargo logró crear un estilo y un mundo personal, propio, único.
Lo primero que leí de ella fue su novela Nuestra parte de noche (Anagrama, 2019), que comienza con el viaje en automóvil de Juan y Gaspar, padre e hijo, desde Buenos Aires hasta Misiones en 1981, en plena dictadura militar argentina. Está dividida en varias partes y estructurada en diferentes temporalidades (desde 1960 hasta 1997), primero relata la infancia de Gaspar, luego aparecen saltos hacia atrás en el tiempo, en la que se relata la historia de sus padres: Rosario Reyes Bradford (ya fallecida al comienzo de la narración) y Juan Peterson, la historia de la Orden, la sociedad secreta ocultista que es la representación del terror y del mal en esta novela.
Los fundadores de la Orden son la familia materna de Gaspar, sus abuelos, unos hacendados tabacaleros ricos de Misiones, provincia ubicada en el Litoral argentino, junto a la selva del Amazonas, en plena frontera con Brasil. En la primera parte del libro descubrimos que Juan es un médium que sirve a la Orden para convocar a la Oscuridad, una fuerza maligna que requiere sacrificios humanos. Sin embargo, su salud cada vez se ve más perjudicada y a pesar de ser un hombre joven, se va deteriorando rápidamente debido a su poder.
Cuando Rosario, su esposa, muere en circunstancias dudosas, Juan trata de alejar a su pequeño hijo de las garras de la familia Bradford y de la Orden, intentando evitar que sufra el mismo destino que él, ser un esclavo al servicio de los poderosos. Pero no todo es fantasía en Nuestra parte de noche, porque aparecen controles militares en la ruta, desaparecidos, militantes y guerrilleros perseguidos y masacrados, las Madres de Plaza de Mayo buscando a sus hijos desaparecidos... Obviamente, la Orden está relacionada con la dictadura, que les proveía víctimas para sus ceremonias de invocación a la Oscuridad:
"Los crímenes de la dictadura eran muy útiles para la Orden, proveían de cuerpos, de coartadas y de corrientes de dolor y miedo, emociones que resultaban útiles para manipular."
Más adelante, leemos la etapa de adolescencia de Gaspar, bastante conflictiva debido a que vive solo junto a su padre en una mansión tétrica y oscura, ve cómo él se va deteriorando físicamente y también a veces le agarran crisis cercanas a la locura, que lo hacen comportarse con violencia, provocadas por su condición de médium:
"Gaspar había empezado a extrañarlo como si ese hombre que vivía en su casa fuese otro que se iba metamorfoseando en alguien más silencioso, violento y distante."
La infancia y primera juventud del protagonista está ambientada a mediados de los años ochenta (una época que la escritora conoce bien); lo que ayuda al niño a soportar esta situación son sus amigos del colegio: Pablo, Vicky y Adela, una amistad que me hizo acordar mucho a la mítica novela It de Stephen King (una de mis preferidas del autor). La maestría con la que Mariana nos relata la historia de amistad, compañerismo y lealtad de estos niños, es brillante y conmovedora. Estos chicos llegan a ser como una familia para Gaspar, quien sufría de soledad y desamparo, un poco como aquel Bill Denbrough de It.
Gaspar y su amiga Adela
Luego viajamos atrás en el tiempo, entre los años '60 y '70, y nos encontramos con otro narrador, con Rosario Reyes Bradford, la madre de Gaspar, quien nos cuenta su infancia de niña rica, la relación conflictiva con su terrorífica y malvada madre, los inicios de la Orden, su primer encuentro e historia de amor con Juan Peterson, cuando eran unos niños y su decisión de dejarlo en plena adolescencia e irse a estudiar antropología a Londres, Inglaterra. La ambientación de aquella Gran Bretaña en plena época hippie es sensacional, hasta David Bowie hace un cameo. Sin embargo, no todo es alegría ni fiesta sino que el horror vuelve a aparecer, pero no puedo contar mucho para no dar más spoilers...
La última parte (ambientada entre 1987 y 1997) relata la adolescencia de Gaspar en la ciudad de La Plata, donde, tras el fallecimiento de su padre, se va a vivir con su tío paterno. Allí, por recomendación médica se hace socio de una biblioteca y como su papá, se vuelve un lector desaforado. Continúa su amistad con Pablo y Vicky, personajes que van a ir adquiriendo importancia a lo largo del relato. En esta parte es donde aparecen los centros culturales, los cines, se tratan temas como la homosexualidad y el auge del SIDA, la crisis económica, las diferencias entre clases sociales, la falta de escrúpulos y la crueldad de la clase alta (encarnada por la familia Bradford)...
Nuestra parte de noche no solamente es una historia de terror, de sectas, monstruos, casas encantadas, crímenes y asesinatos, sino que es una historia de familia, de vínculos rotos, fragmentados, quebrantados. De cómo la ambición por el poder puede destrozar lazos familiares, (como sucede con Rosario y su madre, Mercedes) destruir la salud mental y física de las personas (en el caso de Juan Peterson, explotado y esclavizado por su familia política, los Bradford, por su condición de médium) y hacer saltar la adolescencia de Gaspar en pedazos, quien nunca podrá huir del todo de la tenebrosa Orden por más recaudos que su padre haya tomado para protegerlo...
En eso radica la genialidad de esta novela, Mariana Enríquez no nos cuenta una simple historia de terror, sino que el trasfondo realista e histórico de la novela sustenta la misma de una manera que la hace más efectiva, más verosímil, aunque estemos leyendo ficción. ¿Acaso la dictadura no era una forma de ejercer el terror sobre la población? A veces la vida real supera a la ficción, supera el horror que puedan entrañar un par de demonios y monstruos. En este caso, se combinan las dos para crear una novela memorable, digna heredera del maestro de Maine, pero situada en la Argentina, que habla de nuestra historia, de nuestra mitología, que está ambientada en el Interior del país y no solo en la capital, Buenos Aires, lo que la enriquece. El paisaje amazónico de Misiones puede resultar amenazante, la ciudad universitaria de La Plata también, porque el terror nunca abandona ésta novela, a pesar de los pasajes de realismo urbano que aparecen en ella.
Si bien me habían recomendado este libro, nunca me hubiera imaginado que era tan bueno. Me quedé maravillada con él y después de leerlo, me fui derecho a buscar las dos colecciones de cuentos que tiene: Los peligros de fumar en la cama y Las cosas que perdimos en el fuego, ambos publicados por la Editorial Anagrama.
Es una escritora moderna de influencias argentinas, europeas y anglosajonas, admiradora de Arthur Rimbaud, las hermanas Brontë , Emily Dickinson, William Faulkner, Toni Morrison, Neil Gaiman y Alan Moore (autores de cómics)... y de autores latinoamericanos como Silvina Ocampo (escribió una excelente biografía sobre ella), Borges, Arlt, Manuel Puig, Manuel Mujica Laínez, entre otros. Fue traducida a varios idiomas, el inglés entre ellos, nominada en el 2021 al Booker Prize Internacional y por esta novela obtuvo varios: el Premio Herralde de Novela, el Celsius a la mejor novela de ciencia ficción, el Premio de la Crítica en España y Grand Prix de l'Imaginarie a "Mejor novela extranjera".
Nuestra parte de noche me parece una novela magnífica, que engancha al lector y lo mantiene pegado a sus páginas hasta el final, es extensa pero fácil de leer, con un estilo simple y accesible pero no por eso menos apasionante, leerla a Mariana me recuerda tanto a Stephen King, pero en versión argentina. Será que por eso sus libros me gustan tanto, porque me remontan a la época en la que leía con auténtico fervor adolescente Carrie, El misterio de Salem's Lot, It, El Resplandor, Todo oscuro sin estrellas, Cementerio de Animales, Corazones en Atlántida....
Con King no sólo pasé horas espeluznantes en escenarios terroríficos, sino que aprendí mucho sobre la historia y la cultura de Estados Unidos . Y con Enríquez, me sucede algo similar, más allá de los elementos fantásticos y sobrenaturales, en sus relatos y en sus novelas veo reflejados la Argentina en la que nací y crecí, no sólo el lado luminoso sino también el más oscuro, el más incómodo, que te hace reflexionar y pensar. Una escritora, que como el llamado "rey del terror" proviene de la clase obrera, trabajadora, y narra con eficacia los problemas que la aquejan, filtrados mediante procedimientos narrativos que hacen más amena la lectura y aun así, podemos identificar una afilada crítica social, en la que la autora demuestra una mirada aguda y penetrante sobre los "trapos sucios" de la sociedad argentina.
Dejo un par de citas que me gustaron mucho:
"Todas las fortunas se construyen sobre el sufrimiento de los otros y la construcción de la nuestra, aunque tiene características únicas e insólitas, no es una excepción."
“El amor es impuro, lo decían los ojos de Anne. Y era verdad. Contamina y te vuelve posesiva, salvaje, destructiva.”
“he took Gaspar’s face in his hands, leaned down to look him in the eyes, and caressed his hair, the box on the ground between them, and he said, You have something of mine, I passed on something of me to you, and hopefully it isn’t cursed, I don’t know if I can leave you something that isn’t dirty, that isn’t dark, our share of night. I like this, said Gaspar, and his father replied, Of course you do, because now nothing can hurt you. Nothing? Right now, nothing.”
― Mariana Enríquez, Our Share of Night
"Le tomó la cara entre las manos, se agachó para mirarlo a los ojos y le acarició el pelo, la caja estaba en el suelo, entre los dos, y le dijo tenés algo mío, ojalá no sea maldito, no sé si puedo dejarte algo que no esté sucio, que no sea oscuro, nuestra parte de noche."
“La verdadera magia no se hace entregando la sangre de los demás, le habían dicho alguna vez. Se hace entregando la propia y abandonando toda esperanza de recuperarla.”
"Yo, en cambio, tuve tan poco amor que me parece una joya delicada y tengo terror de perderla."
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